Capítulo 7

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Cuando subieron al piso, ambos temblaron.
La muchacha, por la razón de que su ídolo iba a entrar en su cuarto, como cualquier amistad. Y la verdad es que se alivió, pues hacía poco que vivía allí y por suerte no le había dado tiempo de ensuciar ni desordenar.

Él parecía más nervioso. Aquella carta, que guardaba desde tantos años, había desaparecido. Tenía miedo de lo que pudiese ocurrir. Si esa carta llegase a ser leída, se sentiría avergonzado, pero al mismo tiempo, dudaba de la reacción del resto.

Abrieron por fin la puerta, dejando ver al fondo un escritorio con un portátil negro encima, algunos lapiceros, estuches, folios y colores.
Al lado, en lo alto de la pared, se extendía la fotografía de unas montañas en una niebla acogedora. Podía sentirse el inexistente olor a humedad al ver aquel paisaje.
La pared, era verde de tonos claros, y el suelo de madera de arce le daba un toque clásico, pero, al observar el cuadro, parecía como si estuvieses en contacto con la naturaleza.

La cama, todavía deshecha, se enontraba en el lado izquierdo, pegada a la pared. Encima de ella, todavía estaba aquella camiseta con la que había pasado aquel momento tan bochornoso.

En el lado derecho de la pared, había un pequeño armario castaño claro y una estantería blanca que no había tardado demasiado en llenarse de mangas, figuritas de acción y algún que otro libro.

-No será muy difícil encontrar aquí algo, no tienes mucha cosa.-Habló tras observar detenidamente aquel cuarto medio vacío.

-Me he mudado hace poco. Pero soy bastante ordenada.-Sonrío mientras pensaba para sus adentros: <<Mentira.>>

Él pasó, pidiendo permiso amablemente, y comenzó a buscar cuidadosamente por el suelo. Ella, hizo lo mismo.

-Seguro no debe haberse ido muy lejos. No te preocupes. Quizá esté entre el escritorio. Podría echar un ojo.-Sonrió para acercarse al escritorio, apoyarse sobre la mesa, y elevarse un poco para ver entre la parte trasera del eacritorio.

Él la observó, cómodamente, hasta el momento en el que se elevó, y pudo ver como de entre el pantalón, sobresalían unas preciosas bragas negras de encaje.
Entonces recordó aquella escena y pensó durante un buen rato para si mismo, mientras ella rebuscaba.
<<Normalmente, una mujer poco arreglada, no me parece atractiva. Aunque esta chica tiene un "algo", que me gusta. Estaba sexy con esa camiseta, desde luego, la cadera se le notaba algo.>>

-Aquí no hay nada.-Dijo bajándose de la mesa, interrumpiendo sus pensamientos.

-Vaya.-Alegó reponiéndose de su estado meditativo.-¿Hasta dónde tiraste mis cosas?

-Ahora que me doy cuenta.-Se rascó el cabello, en signo de duda.-Creo que lo más lógico sería que estuviese cerca de la cama. Fue donde saqué las cosas como una posesa.

-Entonces miremos debajo de ella.

Ambos se agacharon, observando la oscuridad que emitía el hueco entre el suelo y el somier.
Apenas se podía ver nada, por lo que simultáneamente, introducieron sus cabezas más en profundidad y se chocaron.

-Auch.-Se quejaron al unísono, para al final esbozar una pequeña sonrisa.

Quedaron mirándose por unos segundos, en silencio. Hasta que Suga se dispuso a hablar:

-Em.....____.-Susurró con un tono demasiado bajo.

Ella pareció no oírle, estaba demasiado ocupada rebuscando en aquella oscuridad.

-¡La encontré!-Exclamó sacando aquel trozo de papel, que contenía los sentimientos más profundos del joven más inexpresivo que jamás había tenido el placer de conocer.

Sacaron sus cabezas de aquella cueva, y se quedaron sentados en el suelo.

-Ahora dámelo.-Dijo agitado.
-M....Quizá te haga sufrir un poco más.-Se sacó la lengua llevando el folio detrás de su espalda.

-Oye.-Se abalanzó sobre ella. Tratando de conseguir su papel.
Ella era bastante ágil cambiando el folio de mano, elevándolo al aire y bajándolo. Los reflejos del chico no parecían ser suficientes ante la ágil capacidad de pícara que poseía la muchacha.

Cuando elevó por última vez la carta hacia arriba, Suga se impulsó con fuerza, haciéndola tumbarse en el suelo.
Encima de ella, que se había quedado catatónica, arrebató por fin de sus tensas manos el preciado papel.
Él, sin ningún tipo de vergüenza, con su mano sobrante, palpó su cintura.
Ella se enrojeció, y tartamudeó:

-¿Q-Qué mierda haces?

-Ah....Nada.-Respondió serio.

-Ya tienes lo que quieres. ¿Puedes quitarte de encima, por favor?

-No tengo todo lo que quiero.-Alegó serio , con voz atrayente.

-Quítate. Me aplastas, so gordo.-Dijo nerviosa, sin saber que responder a aquello.

-Tienes buenas curvas.-Coqueteó desvergonzadamente mientras se levantaba.

Se alejó de él, sorprendida ante el desparpajo. ¿Ese era el chico amable que había conocido?

La miró pícaro. Ella se sonrojó.

-Eres una chica sexy.-Alegó descaradamente.

-Em...¿Gracias?-Sonrió tímidamente.

-De nada.-Respondió con ego.

Ella se levantó, atolondrada. Y finalmente bajaron las escaleras , y allí estaba su madre, esperando impaciente en la sala:

-¿Qué hacíais arriba?-Interrogó como una detective del Scotland Yard.

-Nada. Suga había perdido una cosa de su maleta. La hemos estado buscando.-Comentó, calmándose.

-¿La encontrasteis?-Sonrió inocente.

-No.-Alegó él, sereno,  mientras guardaba la carta en la parte trasera de sus pantalones ajustados.-Quizá se haya extraviado o lo tenga en casa y no me haya dado cuenta.

-Bien. De todas formas, si encuentro algo que no sea nuestro te preguntaré. ¿Quieres tomar algo?

-No gracias.-Sonrió amable.-Creo que será mejor que me vaya, tengo cosas que hacer.

-Bueno. Puedes volver siempre que quieras. Eres bienvenido en esta casa. Muy bienvenido, yerno.-Rió mientras lo acompañaba a la puerta.

-No me llames así.-Dijo molesto.

-Perdón.-Se llevó las manos a su boca. Realmente Cristal tenía dos tics: El de ser una Celestina y el de llevarse las manos a la boca.

Ella lo vio alejarse de la mansión. Mientras, no paraba de pensar en todo lo sucedido. Realmente estaba sorprendida. ¿Había coqueteado con ella? ¿O simplemente era su forma de ser? ¿Le gustaba?
Era extraño, pero deseaba que la respuesta fuese que si. Quería gustarle. Por un motivo que ella misma desconocía, o que quizás , prefería no averiguar.


Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora