Capítulo 20

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Había sentido el contacto de sus frías y grandes manos en su cuello, y sus fugaces labios en su frente, y la sensación había sido como aquella primera vez, en la que le agarró la cintura, sin ningún tipo de pretexto. Aunque sinceramente tampoco lo necesitaba. Solo quería sentirlo, aunque fuese por un par de segundos, ese cosquilleo al contacto, esa rojez en las mejillas, ese corazón palpitando dulcemente al compás de su propia música.

Terminó con sus neuronas alborotadas, procesando nuevas teorías sobre una posible relación, a milésimas de segundo cada una. Era un volcán en erupción, una flor marchita que había sido como el fénix, capaz de florecer de nuevo bajo un nuevo manto, en una nueva sensación. Estaba realmente atolondrada y sorprendida de aquella muestra de afecto.

Eunji no dijo nada, solo miró incómodo el suelo, mientras caminaba a una distancia lejana de la joven, que parecía vivir en otro mundo.

El silencio fue roto por el jolgorio escolar. Sin darse cuenta, ambos habían llegado por fin al instituto, tras una terrible caminata, incómoda y mundana.

Él la dirigió por el centro, mientras se desviaba por todas las esquinas, debido a la reciente conmoción. Estaba tan extasiada que en su cara se había dibujado una sonrisa amplia, extendida por toda la parte posterior.

Se dejó llevar inconscientemente por el chico arrogante, el cual parecía hoy más callado de lo normal. Él, solo la observaba, detenidamente, y con la mirada perdida en sus pensamientos, quizá de tristeza, o tan solo de incertidumbre.

-Que es aquí, tú.-Dijo al fin, agarrándola de la mochila para que no continuase la marcha inconsciente hacia el lavabo masculino.

Ella solo oyó un vago ruido, que provocó unas vibraciones en su oreja, haciéndola regresar al mundo actual, a aquel preciso instante, en el que se encontraba dando la espalda a Jung-Su, que le agarraba con ternura la mochila, tirando un poco de ella hacia atrás.

-Ah sí, aquí. Aquí, aquí, aquí. Jijijiji.-Respondió atolondrada, sin saber que decir, tan solo con una sonrisa de oreja a oreja.

-Vamos, entra anda.

El aula era de gran tamaño, al menos cogían unas cuarenta personas allí dentro. Sin embargo, tan solo había tres filas y tres columnas, y había un espacio posterior sobrante, donde se habían colocado unos casilleros, quizá para rellenar la carencia de alumnos que aquel instituto poseía.

Se sentó al lado de Eun-ji, como la primera vez que se conocieron, y entonces observó las miradas asesinas de sus compañeras de clase, completamente celosas de que él, el chico más guapo de clase, se hubiese dignado a dirigirle la palabra a una novata.

Se sintió protegida por la presencia de aquel rostro angelical, pero al mismo tiempo estaba completamente asustada de aquellas miradas. Le resultaban lo suficientemente familiares como para volver atrás en el pasado, con su máquina del tiempo, tan solo seis años atrás, y recordar aquellos momentos, en los que las chicas de su clase la observaban y se burlaban de su cabello corto, señalándola con el dedo, culpándola de una diferencia.

Aquello solo había sido el comienzo, después de aquellas miradas, surgieron las primeras risas y conversaciones:

<<¿Por qué tienes el pelo corto?>> Le decía una chica joven, rubia y de ojos verdes, con rostro angelical y risa malévola. Desde entonces llevaba gorro. Incluso una vez, trató de ponerse una peluca, hasta que su padre la vio con aquel casco de lana blanco, y le ordenó quitárselo, pues el verano no era un buen tiempo para ponerse aquella prenda.

<<¿Por qué llevas esa camiseta? Parece de chico.>>

<<Eres muy rara. Y luego te quejas si nos reímos de ti, solo admira tu rareza frente al espejo, bonita.>>

Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora