Capítulo 16.

164 21 3
                                    

¿Su hoja en blanco? ¿Es qué estaba delirando? ¿A qué se refería? ¿no sería algo de lo qué malinterpretar...?

Su cabeza era un tornado de preguntas en aquel instante. ¿Qué había dicho él, tan naturalmente? ¿A qué se refería realmente? Era extraño, pero a pesar de la duda, se sentía alegre de oír aquellas palabras, que le resultaban incomprensibles.

-Digo, si quieres claro.-Volvió a hablar, con un tono de voz más pasivo.

-Es que....-Cortó sus propios sonidos. Estaba completamente en blanco, no entendía nada, o al menos, quería no entender.

¿Quizá el quería....? ¿Y si realmente se tratase de aquello? ¿Y si ella no era tan malpensada como creía?

-Nunca me voy a cama sin escribir. Es una forma de desahogue para mí. Pero últimamente, lo único que me aliviaba, ya no lo hace. No importa lo que escriba, hay alguien que siempre está en mi cabeza.

-¿Quién?-Preguntó ella, atónita.

-Tú.-Respondió con énfasis, y de manera directa y concisa. Un pronombre que alteró su estado físico. De nuevo volvía a sentirse nerviosa, exasperada, intrigada, atolondrada, entusiasmada.

-¿¡Yo?!-Exclamó incrédula mientras trataba de ocultar su felicidad interna.-¿Te he hecho algo?-Bajó la voz, al igual que la cabeza.

-No. Claro que no.-Río suavemente, con tono dulzón.- Es sólo que... Bueno, me sorprendiste desde el primer momento.-Se pausó unos segundos, para mirar al suelo, avergonzado de sus palabras emotivas, las cuales detestaba.

Él no quería ser así, no iba consigo. Siempre debería mostrarse serio, viril y maduro, ante cualquier persona. Pero realmente ella hacía que él quisiese comportarse como un crío. Tenía que decírselo todo, tenía que preguntarle con timidez, como un niño pequeño a otro cuando se conocen en un parque: "Hola, ¿Quieres ser mi amigo?". Tenía que hacerlo así. No podía reprimir por más tiempo sus sentimientos. Tenía que conocerla. A aquella figura de cristal que solo deja ver un reflejo del exterior, mas no del interior. Solo, si se acercase lo suficiente a la figurita, podría ver sus colores claros y resplandecientes.

Tenía que observarla más de cerca, saliendo de la falsa realidad que sabía que allí existía. Ella era como él: desconfiada. Y eso, le provocaba una fuerte empatía, que terminó sosegándole el pecho, hasta arrasar por completo sus conceptos generales de no acercarse lo suficiente a alguien como para que este pudiera dañarle.

Realmente ya no le importaba, quería ese daño, si la recompensa era su presencia.

-No entiendo nada. Esto es muy extraño...-Respondió, ocultando su máxima felicidad.

Él quería conocerla. Ya tenía una oportunidad de tenerle cerca. Se sentía agradecida. Su felicidad en esos instantes era nada más que psicológicamente simple.

Quería abalanzarse sobre él, abrazarlo, demostrarle que quería ser su amiga, que quería ganarse su confianza. Pero tendría que contenerse, las cosas no serían fáciles en una personalidad como la de Min Yoon Gi. Sereno, sabio, y maduro. Era imposible para ella aceptar que las personas maduras fuesen impulsivas, para ella gozaban de la suficiente sabiduría como para saber que no serían capaces de reaccionar con la misma madurez a un abrazo tan repentino. Sentía miedo, y se contuvo. No le abrazaría, no quería asustarlo, ni hacerle creer que era una niña débil con sentimientos. Tenía que ocultarse, como siempre.

-Cuando te conocí en aquella cafetería, me hablaste de forma natural. No te comportaste como si yo fuera lo que soy. No me viste como un idol o alguien famoso en sí, sino que me observaste y escuchaste como una persona. Alguien como tú. Sin diferencias sociales. Y es algo, de lo que estoy profundamente agradecido. Hacía tiempo que nadie me trataba así. Por lo que me choca también, que no te hayas sobresaltado lo más mínimo. Incluso sabiendo que eres una fan...-suspiró.- No podemos tener muchas relaciones de amistad, porque los chicos y yo hemos entrado en un mundo donde somos felices con lo que hacemos, pero cada paso que damos, cada palabra que pronunciamos, puede ser nuestro final. Lo que nos hace felices al mismo tiempo nos puede joder. Y sin embargo tú, aún sabiendo que eres una fan..... Me trataste de igual a igual, como si solo fuese un extraño que perdió su maleta. Si, es que realmente yo solo era eso, un extraño para ti. Tuve esa sensación, y la verdad es que no me decepcionó, ya que estoy harto de que allá donde vaya, me reconozcan y me traten de forma diferente al resto. No necesito falsas amistades, ni tratos por intereses. A mi lado, necesito alguien tan cuerda como tú. La gente está enferma.

Ella enmudeció, como de costumbre. Aquel discurso, había sido lo más sincero que alguien le podía haber soltado jamás. Sus pensamientos eran excelentes. Bondadosos, y un poco entristecidos. Sentía lástima por él. Ahora entendía que ser un idol, debía ser algo muy duro, incluso si lo que haces es lo que te gusta, hay veces que aun así, eso, te hace daño igual.

-Estás tratando de decirme que....-Tragó saliva, se sentía nerviosa. Nunca había pronunciado esas palabras que todavía eran solo un concepto mental. Nunca había sentido que alguien quisiera estar a su lado de forma pura. Solo por estar. Porque sí. Porque hay un entendimiento mutuo. No hay interés, ni capricho, ni si quiera simpatía. Solo hay un pequeño lazo, unido a una bola. Una bola nevada de la que comenzaban a emanar unas cálidas llamas anaranjadas, todavía muy débiles, pero con ansias de querer sobresalir al exterior.-Que tú.... ¿Quieres ser mi amigo?-Se cortó al decir aquello. Por fin sentía, que alguien quería estar con ella, sin más. Pero al mismo tiempo le daba miedo el hecho de estar enamorada de él. Si eran amigos, solo serían amigos. ¿Podría ella superar aquello? ¿O se consumiría por dentro? ¿Qué es lo que realmente sucedería? ¿Tendría si quiera una oportunidad de comenzar una historia de amor? No, definitivamente, todavía era muy temprano para pensar en todo aquello. Se estaba precipitando al vacío, queriendo conseguir el amor cuando todavía ni si quiera tenía su total confianza. Es verdad, él no estaba enamorado de ella, todavía. Y ella, tampoco lo estaba, porque, la verdadera historia, todavía acababa de comenzar.

Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora