A mí también me duele

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Sigo esperando, espero por ayuda, espero por su ayuda, con la esperanza de que él llegue un día a salvarme y me proteja, de todos los que me quieren hacer daño.

Seis meses había pasado desde la muerte de sus padres y cuatro meses desde que Eliot lo maltrataba. Ese día era muy lluvioso. Estaba en su habitación un joven de 15 años, pequeño, de ojos verdes y pelo castaño, sentado sobre su cama, solo observando la lluvia caer.

No era muy tarde, eran como las 11 de la mañana, entonces ¿Qué hacia el menor ahí? ¿No debería estar en una escuela? Si, debería estar estudiando. Pero su hermano se lo prohibió. Ya casi no lo dejaba salir de casa. Ese día su hermano se había ido desde la noche anterior, pero había cerrado la casa con llave, así que estaba encerrado.

Se puso de pie y camino hasta la sala del comedor. Trato de abrir el refrigerador pero tenía un candado. No importaba por mas hambre que tuviera su hermano no le daría de comer.

Se sentó en la sala, viendo hacia la nada y empezó a llorar. Sus lágrimas caían por sus mejillas hasta el piso. Limpio un poco su rostro. Subió las escaleras de su casa y entro a la oficina de su padre. Esa oficina llena de libros y papeles que él no entendía y nunca se preocupó por entenderlos.

Entre todos eso libros vio uno que le llamo la atención. Un libro de poemas. Literatura inglesa con poemas viejos. No pudo evitar poner una mueca de aburrimiento. Pero tomo el libro. No pasaría nada malo si lo leía un poco.

Él nunca fue un chico de estudios. Al contrario. Nunca tenía buenas calificaciones y no era nada inteligente. Pero todo eso le traía malos recuerdos.

Salió de la oficina de su padre y entro a la habitación de estos. Se sentó en la silla donde se solía sentar su madre y se puso a leer. Poco después se quedó dormido.

Eliot entro a su casa. Había pasado la noche pasada con una prostituta que encontró por ahí. Subió las escaleras iba a entrar a su habitación cuando vio que la puerta de la oficina de su padre estaba abierta.

Se asomó un poco y reviso los libros. Extrañaba a sus padres y todo el libro que leían. Cuando vio un hueco entre estos. De los libros de poemas. Ya sabía quién lo tenía y no pudo evitar enojarse como un demonio.

Entro a la habitación de Adrián pero no lo vio y luego fue al cuarto de sus padres. Vio a su hermano sentado en el sillón de su madre. Con el libro en el piso y el durmiendo plácidamente.

Estaba sumamente enojado. Ese mocoso no tenía derecho a tocar esos libros. Camino hasta él y lo despertó jalándolo y poniéndolo de pie bruscamente.

-¡Eliot!... me lastimas- dijo el pequeño tratando de hacer que su hermano lo soltara. Este lo empujo y Adrián cayó al piso.

-¡¿Quién te crees que eres para tomar estos libros?!- le grito, camino y recogió el libro del piso - ¡ni siquiera puedes cuidar este tipo de cosas después de lo que hiciste!-

-¡¡No fue mi culpa!!- grito el menor poniéndose de pie -Es que estaba aburrido y no sabía qué hacer...Me quede dormido es todo-

-Claro- se acercó a él, en menor trato de retroceder pero la pared llego a él. Estaba aterrado, no lo había golpeado desde hace dos semanas y creía que todo empezaba a mejorar, pero ahora esos pensamiento se esfumaron, gritándole que corriera- ¿Te sientes con la libertad de hacer lo que quieras?-

-N-no- dijo el pequeño bajando la mirada.

-¿Ya olvidaste lo que hiciste?-

-No...no fui yo-

-¡Claro que fuiste tú!... ¿Quién quería puntos extra?- el pequeño empezó a temblar -¿Quién era el que tuvo que pedir puntos extra para no reprobar una materia?-

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora