Hasta que te dejas ver

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No me había dado cuenta... de lo mucho que cambie, sigo dejando que el miedo que me provoca me consuma y me atrape, yo no busco un modo de salir, y en menos de lo que me di cuenta me cambio, tanto... que ahora ya no puedo defenderme de otras personas.


El reloj marcaba alrededor de la 1 de la tarde, el sol brillaba pero era tapado por las nubes debido al viento.

Eliot recién había despertado y ahora se estaba dando un baño para salir a su trabajo. Dejando que el agua recorriera su cuerpo y lo limpiara, salió de la regadera con la toalla en la cintura y se acercó al espejo, noto el inicio del bello en su barbilla mientras el agua goteaba desde su cabello.

Abrió una de los cajones donde guardaba su rasuradora y entonces vio que faltaba uno de sus rastrillos, enojado azoto el cajón recordando la idiotez que había hecho el menor.

Decidió dejarlo como estaba, solo se cambió vistiendo de traje como normalmente lo hacía para ir a trabajar y tomo todas sus cosas.

Se retiró de la casa sin desayunar, no tenía muchas cosas en la nevera, prefería comer en un restaurante y dejaba que Adra averiguara que comer por su cuenta pues no lo alimentaba muy a menudo. Tampoco paso por el cuarto del menor, no le veía caso, a fin de cuantas Adri ya sabía que cuando el regresara tendría que estar toda la casa limpia y bien arreglada.

Se subió a su auto y arranco, iba con calma pues entraba ese día a las 2, a una simple revisión, pero antes quería realizar una pequeña visita.

Adri estaba caminando por la ciudad. Ir a pie hasta el cementerio era muy lento, no iba con todas las ganas del mundo, quería ver a sus padres y llorarles pero tenía miedo de que Eliot se enterara, se supone que iba a trabajar desde las 2 así que tenía todo ese tiempo para verlos.

La ciudad era grande y ese día la gente abundaba bastante, sabía dónde estaba el cementerio pero aun así trataba de no perderse. Era ignorado por todos, cada quien en sus propios asuntos sin prestarle atención a nadie, y a él le gustaba que así fuera.

Iba a mitad de camino cuando se encontró con una tienda de arreglos florales que se veía distinguida y de buena calidad, reviso su mochila y saco su chaqueta, se la puso poniéndose también la capucha y reviso el dinero que llevaba, no era mucho pero podría llegar a un acuerdo con el encargado, así que con todo el valor del mundo entro al puesto para comprar las flores y llevarlas a sus tumbas.

Reviso con la vista cada una de ellas, eran arreglos grandes y lujosos con flores de miles de diseños y también había pequeñas docenas de rosas o violetas. No había nadie en la tienda y no veía al encargado por ningún lado.

Vio un arreglo de flores, eran 20 flores, 12 rosas y las otras 6 eran tulipanes blancos que decoraban y combinaban con las rosas rojas, ese le encanto, era perfecto, se acercó un poco a verlo y reviso el precio. Era una gran cantidad pero le alcanzaba el dinero.

Tomo el ramo de flores y lo dejo en el mostrador esperando que alguien llegara a atenderlo. En lo que esperaba la campana de que un cliente nuevo llegaba sonó, ese sonido lo asusto un poco.

Entro cuidadosamente una linda niña de unos 7 años, de cabellos rubios algo sucios y cargaba con ella una canasta de dulces, había entrado debido a que no veía al encargado y solo a ese chico de cabello castaño. Adri desvió la mirada pero alguien jalando su chaqueta le llamo la atención.

-Disculpe- hablo la niña con toda la inocencia que podía -¿le gustaría comprar uno?- la ropa algo gastada de la niña y su cabello despeinado demostraban que era de la calle o al menos alguien con padres con suficiente mala suerte.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora