Sin poder aguantarse

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Sentía el frio que rodeaba mi cuerpo, sentía el dolor que comenzaba a atacar más de una sola zona de mi ser, sentía el dolor en mi garganta y el calor que se reflejaba cuando sentí la sangre llegar a mis mejillas. Comenzaba a decaer y ya no podía aguantar más.


Despertó después de unas cuantas horas, el frio piso congelaba su pequeño y débil cuerpo aun desnudo, sus ojos estaban irritados y las lágrimas se marcaron en sus mejillas. Trato de ponerse de pie pero no pudo. La manera en la que Eliot había arremetido contra él lo dejo gravemente herido. No se podía ni mover.

Su respiración se agito, estaba en medio de la sala, los rayos de luz del sol habían comenzado a alumbrar la sala y toda la habitación. Se quedó unos momentos ahí, tratando de aguantar el reciente dolor que inundaba su cuerpo y se había mantenido callado en lo que duraba su inconciencia.

Después de unos minutos de relajación, volvió a intentar ponerse de pie, pero solo logro sentarse de lado ligeramente mientras presionaba su abdomen. Con su mano contraria, se sostuvo de la mesa y empujándose pudo poner un pie para sostenerse, sus quejidos y su agitada reparación delataban el esfuerzo que le costaba ese simple movimiento, pero al colocar su otro pie un dolor inmenso recorrió su esfínter y su espina dorsal haciendo que volviera a caer al perder todas su fuerzas pero esta vez contra el sillón.

Cayó de sentón y coloco rápidamente sus manos en su parte baja, mordiéndose con fuerza el labio y sonrojándose. Le dolía mucho y sentía bastantes ganas de orinar. Le dolía el aguantarse y no quería ponerse de pie para ir al baño. Se encogió con sus manos sosteniendo su pequeño miembro, había ciertas parte de él que cuando las tocaba de dolía y eso debió haber sido por la manera en la que Eliot lo presiono, ocasionándole un moretón en él.

No quería verse más idiota orinándose en el sillón y más porque Eliot se enfadaría con él y lo volverá a golpear. Entonces empezó a sentir como aquel líquido con el que lo habían ultrajado empezaba a salir de su entrada, haciendo que sintiera más ganas de ir al baño.

No podía aguantarse más.


Eliot se levantó cuando la alarma de su celular comenzó a sonar, despertándolo de golpe. No había apagado el móvil antes de dormir, normalmente lo hacía cuando no debía trabajar al siguiente día y así evitar esos inconvenientes.

Se puso de pie, ya no iba a poder recobrar el sueño. Recordó la experiencia tan placentera que había tenido la noche anterior y mostro una sonrisa lujuriosa ¿Quién diría que el cuerpo de ese niño era mucho mejor que el de todas las chicas con las que se había acostado? Y eso que habían sido bastantes chicas. Pues solía irse cada fin de semana a fiestas con sus amigos donde nunca faltaba la perra para fallarse.

Se colocó un pans suelto y una chamarra. Bajo las escaleras a la sala y encontró al menor en el piso, encogido y todavía durmiendo.

Se acercó y noto lo que la noche pasada no se había detenido a fijar, el cuerpo del niño era hermoso, sus piernas no tenían bello alguno y sus brazos llegaban a tener unos cuantos pero bastantes claros. Su complexión era delgada, sus pies pequeños y su cabello había crecido de nuevo.

No hace mucho que se lo había cortado el menor con las tijeras en el baño, recordaba aquel día en que lo golpeo al creer que de nuevo había tratado de matarse, pero nada de eso, solo le molestaba el cabello largo y había tratado de quitárselo, una mañana en la que no llevaba las esposas puestas porque Eliot estaba en casa.

No había notado lo mal cortado que lo tenía algunas mechas más largas y otras más cortas, su cabello había dejado de tener aquel brillo tan peculiar.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora