Ultima vez

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Apenas podía recordar un poco de lo que había sucedido, mi mente intentaba sentirse libre por vez primera, pero me seguía doliendo todo y con ganas de hacer nada, apenas lo vi salir por la puerta... yo solo cerré mis ojos, el dolor que ahora sentía es mucho peor que todos los que he tenido que sufrir en mi vida, lo único que esperaba era ya no poder despertar.


Sentí un cosquilleo en mi nariz y abrí mis ojos lentamente, lo primero que observe fue el tono café de la alfombra que estaba en el piso, me picaba. Recordé lo que había sucedido hace unas horas.

Me quede en la misma posición sin moverme un poco, me dolía bastante el cuerpo, y podía sentir mi parte baja punzarme. Tenía que levantarme, con mis manos me impulse tratando de ponerme de pie, pude sentarme con mucho esfuerzo, siento esa punzada cada vez más dolorosa.

Revise a mi alrededor y no vi a mi hermano por ningún lado, ¿Cómo era que todavía podía llamarle así? De mis ojos salieron unas gruesas lágrimas, llorar, llorar, llorar, debería aprender a hacer otra cosa. Ya lo había hecho varias veces antes, pero esta fue la más cruel, la más dolorosa, no era necesario, volvió a corromperme sin siquiera avisar o prepararme, los golpes, los gritos.

Lo único que quería hacer en este momento era esconderme y desear, con mi misma mente infantil, que todo se arreglara.

Note el charco de sangre en el piso, es increíble la cantidad que se puede perder, pero siento que mi debilidad ha sido la misma siempre, mis pantalones estaban todavía por mis tobillos y camisa blanca me servía de camisón, empecé a empujar mis pies para sacarme el pantalón por completo, hasta que sentí una brisa fría que cubría mi cuerpo y me hiso estremecer.

¿Por qué hacía tanto frio? Levante la mirada... y delante de mí... estaba la puerta... Abierta...


Trate de levantarme, mis rodillas tambaleaban y mi cuerpo estaba temblando, me di cuenta que con trabajos y me podía mover.

Comencé a gatear un poco, hasta que pude levantar mis piernas sujetándome, con mis brazos apoyándome del piso, tratando de mantener el equilibrio. Me tomo un rato para poder mantenerme de pie, parecía un niño aprendiendo a caminar, di un paso pero volví a caerme. Grite, grite de desesperación. No quería más esto.

Con todas las fuerzas que me quedaban, volví a levantarme, ya estaba más cerca. Me sujete de la perilla para poder levantar mis piernas, ignorando el dolor, hasta que pude estar derecho, mi respiración era agitada y observe mis manos, como siempre llenas de cortes, apreté la perilla ante mi vista y la gire.

Sentí el aire que movía mi cabello, hasta que di el primer paso con mis pies, descalzos, tocando el pavimento del escalón de la entrada, no podía explicar lo que sentía en esos simples segundos. Mis ojos me dolieron, pero puede ver el sol y el cielo que seguía con unas hermosas nubes flotando, sin verlo a través de mi ventana. Era hermoso.

Vi unas cuantas personas por la calle, que me observaron con curiosidad pero sin detenerse de sus caminos. Volví a apretar la perilla, no me había separado de ella en ningún momento. ¿Pasaría algo malo? No quiero volver a pasar por lo mismo, ya no quiero, así que simplemente, la cerré y entonces me perdí, olvide lo que hacía.


Recordaba que debía arreglarlo, ese era mi primer objetivo, lo siguiente, era buscar una manera salir, también quería salir, por eso mi cuerpo reacciono automáticamente al ver la puerta abierta, sin el seguro que siempre la mantenía cerrada. Nunca había visto la ciudad tan grande, ni a mi tan pequeño. Caminando por los mismo lugares por los que ya había pasado más de una vez, pero sentía que era la primera, siendo empujado por personas más grandes que yo, y observado por gente más pequeña, pero tan curiosa que observan lo que los mayores no se detienen a notar.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora