¿Porque ahora?

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¿Cómo puedes pensar que eres alguien que vale la pena? ¿Qué es lo que tienes de especial? Nadie tiene nada de especial, todos son iguales. Todos lastiman a otros y tú no puedes hacer nada para defenderte porque todos te van a atacar. ¿A quién le pides ayuda cuando eso pasa? si estas solo... Yo estoy solo.

La luz del sol que entraba por las ventanas alumbraba aquella casa, una casa grande de tres pisos con todas las comodidades de una familia, una familia que fue destruida hace 2 meses y que la noche pasada termino de romperse.

El sol alumbraba en la cara de un joven, que dormía cómodamente en un sillón acostado. Su cabello castaño estaba desordenado, tenía una barba de unos 5 días y su vestimenta estaba desacomodada.

Con el sol estorbándole abrió sus ojos verdes de un tono oscuro. Al abrir sus ojos un dolor de cabeza inmenso lo ataco, debido a todo el alcohol que había consumido la noche pasada. Puso su mano en su cabeza para detener su punzada cuando noto un color peculiar en ella, tenía las manos manchadas de sangre.

Todos los recuerdos de lo que había pasado la noche anterior llegaron a su mente.

¿Cómo podía reaccionar ante eso? no lo sabía y no le interesaba. Se puso de pie tranquilamente y subió las escaleras, no sentía un poco de preocupación o algo de intranquilidad, camino por los pasillos hasta su cuarto.

Ahí, en el piso, estaba su hermanito, estaba inconsciente y con un muy mal aspecto. Pues el mayor lo había golpeado de manera salvaje hasta que el niño dejo de moverse por perder el conocimiento, después lo dejo ahí y se quedó dormido en el sillón.

Por algún motivo no le importaba, no le importaba que el menor apenas y podía respirar, que las heridas provocadas con el cinturón que le causo hayan sangrado tanto, que su cuerpo temblara ligeramente pero no se moviera ni un poco por el dolor. No sentía empatía por él, ni un poco de lastima.

Camino hasta él y lo cargo, se había creado un charco de sangre, ahora seca, en el cuerpo del menor. Lo llevo a su cuarto y lo aventó en su cama. No lo quería en su pieza, ni que luego lo molestara.

Salió del cuarto y se fue a darse un baño debido a que estaba manchado, después el niño se curaría sus heridas y limpiaría la habitación no lo quería manchado de sangre.

Unos minutos después el niño despertó. Sus ojos rojizos se abrieron, estaba confundido y su cuerpo le ardía, entonces el recuerdo de su hermano atacándolo lo hiso llorar. No se quería mover, le dolía mucho. Su cuerpo no le respondía bien de todas maneras y su respiración era irregular.

Todavía no entendía muy bien que había pasado. ¿Ahora su hermano también lo odiaba? ¿Por qué estaba en su contra? ¿Por qué tuvo que esperar hasta ese momento para lastimarlo? ¿Porque ahora?

¿Ahora qué pasaría? Era otra de sus preguntas ¿Ahora cómo podía resolver eso? talvez era necesario, se lo merecía ¿no? De algún modo él lo pedía a gritos. Pero no esperaba que su hermano y la única persona que quiere en el mundo lo hicieran pagar.

Se quedó en sus pensamientos un rato más, luego intento levantarse, con esfuerzo se pudo sentar en la cama. Se observó un poco y vio su ropa con sangre suya. Eso lo asusto mucho. Se bajó rápido de la cama pero al tocar el piso con sus pies se cayó. Estaba débil. Pero no tenía nadie que lo ayudara.

Se sostuvo de lo que pudo para ponerse de pie. Camino hasta el baño de su cuarto con cuidado. No sabía cómo había llegado a su pieza. Abrió la puerta y volvió a caer contra el piso. Respirando pesadamente gateo hasta la tina y giro la llave donde empezó a caer agua fría que poco a poco se hacía caliente.

Con esfuerzos se sentó dentro de la tina tiritando de frio, se quedó ahí sentado hasta que esta se llenó estando el agua ya más tibia. Se fue quitando la ropa una vez que se había acostumbrado al calor. Sus heridas ardían mucho y le dolían sus brazos, no quería ver su cuerpo a través del agua porque esta se había tornado de color rojo y no se imaginaba como estaría.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora