Una promesa final

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Iba bajando, conforme el sonido del elevador cada que descendía un piso más... 63...62... 61... Iba bajando, sin querer observar o escuchar algo, pero su cuerpo podía sentirlo. Pudo separar sus brazos de su rostro, donde estaba encogido en una esquina del elevador, tratando de sentirse protegido.

Observo, con los ojos rojizos y llorosos, los números en rojo que seguían con su cuenta regresiva...45... 44... 43...

No podía soportar seguir descendiendo. Golpeo la puerta y apretó exageradamente los botones, intentando que al menos se detuviera, pero no lo obedecían. Grito y dejo que sus lágrimas resbalaran por sus mejillas. Rogó porque alguien lo ayudara.

... 29... 28... 27... presto atención a la decoración interior del elevador. Miro los botones brillantes con muchos números. Escucho la musiquita de fondo a la que no le encontraba el ritmo. Detecto la lámpara de luz amarilla que estaba adherida al techo. Observo su reflejo por las puertas metálicas del elevador.

...10... 9... 8... volvió a sentir las ganas de llorar, y su corazón latir con fuerza... 7... 6... 5... miro por última vez los números... 4... 3... 2... escondió su rostro y cubrió sus oídos.



Tanto... tanto espero, que ahora el tiempo se está acabando por completo. Ahora se está acabando, segundo por segundo. Por más que uno intente detenerlo. Por más que trates de intentarlo.

Observo las puertas metálicas frente a él, bajo la mirada pero seguía observándolas, seguía sintiendo su lejanía, su soledad y tristeza. No tiene nada que ver con el dolor, no duele ni dolerá nunca. Solo es triste. ¡Es tan triste!

-¡Eliot!- La voz de Edward sonaba por el audífono. Seguía estando ahí.

¿Pero el que hacia ahí ahora? ¿Cuál era el caso ahora? No había caso alguno, todo estaba acabado y destrozado. Ya no tenía sentido seguir así. Tenía tantas ganas de morir, de ya acabar con su vida.

Pero no era lógico. No era lógico para él, ¡No era lógico para nadie! no podía dejar que todo estuviera así ¡No ahora! ¡No como lo había dejado!

Se inclinó ligeramente para tomar el arma que había dejado caer al piso en un momento. Se enderezo, aun escuchando el sonido de la voz por el audífono, y con la mirada más fría que pudo poner y con la idea de terminar de una vez todo lo que había empezado apunto el arma hacia quien le apuntaba a él.

Derek lo observo sorprendido. Eliot estaba rodeado de 10 hombres apuntándole y aun así este estaba dispuesto a tirar del gatillo en su contra. Podía verlo en su mirada... no se iba a detener, aun si recibiera 20 balas por todo el cuerpo lo mataría y estaba comenzando a sentir que sería bueno largarse pero no con esa arma y esos ojos afilados que no se despegaba de él.

Todo se quedó quieto por un segundo, por un seguro y silencioso segundo.

-...Púdrete en el infierno- susurro.



Las puertas del elevador se abrieron, se cubrió los oídos lo más que pudo, quiso que todo se callara, que no pudiera escucharlos. Pero pudo sentir el sonido de cada bala dispararse en el vacío de los pisos del edificio.

Sosteniéndose de las paredes se puso de pie, salió lento del elevador, caminando a paso lento. Ocultando su rostro con su cabello. Salió del edificio, sin un solo guardia que registrara la entrada, giro a la derecha y fue desapareciendo siguiendo su camino entre su tristeza y soledad.

Se detuvo un poco y observo la puerta frente a él. Con bastante tranquilidad, estiro su brazo para abrir la puerta, sin seguro. Entro mientras la luz de la luna iluminaba de un azul la oscuridad de la habitación, oscura y nostálgica, desecha por las garras de quienes unas horas a antes habían entrado a ultrajar. Camino por el piso de loseta y madera, llevándose una sucia alfombra y algunos cojines desplumados.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora