Como una hoja de árbol que cae

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Podía ver desde mi ventana el cielo nublado y la brisa rápida y fresca que corría por las casas, moviendo las hojas de los árboles que caían de manera suave y relajada, sin llegar a tocar el piso, porque la misma brisa regresaba y se las llevaba con ella, todas... jugando, como... disfrutando de su libertad ... que suertudas.

Era una tarde tranquila y las calles estaban solas, dentro de una casa en una parte residencial y lujosa estaba un chico, mirando desde la ventana los árboles, sin moverse, ni parpadear, apenas y se notaba su respiración. Estaba sentado en el piso de una sala grande y de elegante decoración.

El chico tenía su ropa y su cabello desordenado, y su mano derecha estaba atada con una esposa, en la manija del sillón. Llevaba ahí aproximadamente cinco horas, no había comido en ese tiempo y su cuerpo estaba entumido, no se podía mover ni hacer nada, solo estaba quieto, observando.

El sonido de alguien tocando la puerta lo altero. Apenas y movió su brazo atado mientras observaba la puerta. No parecía que alguien estuviera ahí, entonces vio una sombra pequeña debajo de esta que empezaba a caminar a otra dirección.

Adri ya sabía de quien se trataba.

-Vete de aquí- dijo sin muchos ánimos, esperando que la sombra lo haya escuchado y se largara, pero esta siguió ahí, hasta que llego a la ventana de la que el observaba y apareció de manera alegre una pequeña niña de cabello rubio y ojos azules.

-¿Porque no quieres que este con tigo?- pregunto de manera infantil del otro lado de la ventana mientras la empujaba para tratar de abrirla.

-Sabes que si mi hermano te ve ya no te dejara venir-

-No deberías dejar que el decida todo- dijo la pequeña logrando abrir la ventana.

-¿Parece que tengo otra opción?- la niña se montó de una caja que llevaba consigo y cruzo la ventana. Iba con un vestido gastado y su rostro estaba sucio, aparte de ser muy delgada.

La niña se mantuvo en silencio y lo observo. Adri seguía sin moverse solo viendo a la pequeña amiga que había hecho hace ya algunos meses. Esta camino con algo de timidez hasta llegar con él, se sentó a su lado y lo abrazo, recostada y disfrutando del calor de ambos.

Adri hiso una pequeña mueca cuando sintió a la niña, le asustaba un poco el contacto y le dolían sus costillas, pero dejo que esta se quedara ahí.

-Adri- lo llamo después de un momento de silencio -...¿Tienes algo de comer?- pregunto tímida, la familia de la niña estaba prácticamente en la pobreza, no comía todos los días y por eso estaba tan delgada.

Adri se debatió un poco en contestar, no porque no quisiera darle algo, tenía miedo de que Eliot se diera cuenta de que algo faltaba en la casa y se desquitara con él, era un pensamiento egoísta, pero no podía evitarlo -...Creo...que hay algo en la alacena... ve a ver, no creo que puedas abrir la nevera-

-Gracias- se puso de pie y camino hasta la alacena de la cocina, una cocina con todas las comodidades y con un toque hogareño. Se volvió a subir en un banco y fue abriendo los cajones y las puertas de las alacenas.

Adri seguía sentado mientras la escuchaba, en los últimos meses había perdido algo de vida. Su actitud era más callada y temerosa, podía quedarse en silencio y quieto en la misma posición sin quejarse. Era algo bastante raro para un chico con Déficit de Atención e hiperactivo. Solo reaccionaba cuando Eliot lo maltrataba, seguía haciéndolo, seguía con esas crueles actitudes y Adri tenía miedo de que ya no cambiara, ya había pasado más de un año.

La niña regreso con el después de haber encontrado una caja de cereal.

-¡Encontré esto!- dijo emocionada.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora