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Domingo por la mañana. Último día de descanso, ya mañana empezaría con las clases. Debía disfrutar este día a como diera lugar, y nada mejor que disfrutarlo levantándose temprano ¿no? ¿¡No!?

Son las 7 a.m según indica mi despertador, así que preparé la bañera para tomar un delicioso baño caliente. Y ahí estaba, Marshall sumido en un profundo sueño. No entiendo como pudo besarme así, sin más. Además que se metió en MI video llamada con Zach. Esperen... ¿Eso quiere decir que se encontraba celoso?

...

¡No! Por supuesto que no. Ese beso... Sólo fue una de miles de maneras que tiene para molestarme. Es un idiota.

***

Luego de tomar mi baño, cambiarme y estar unos minutos en mi laptop, decidí bajar a comer algo. Se habían hecho la 8 a.m y Marshall había despertado. Se me hace incómoda la situación, así que intentaré evitarlo como sea. Y sí, lo sé, lo considero una manera de molestarme, pero saben que un beso es un beso y... bueno... se me hace incómodo y ya, Dios.

Salí del 345 en vía al ascensor. Cambiando bruscamente de tema: mi nombre aún no está en la tablilla de la habitación, sigue "Marshall Smith" escrito allí solamente. Cuando vuelva lo arreglaré.

Luego de marcar las letras PB en los botones del ascensor, bajé del mismo, notando a los pocos alumnos despiertos a las 8 a.m, deberían de estar levantados disfrutando su domingo. ¿Cómo disfrutan un día durmiendo? Es ilógico.

Me dirigí a tomar las bandejas de siempre y escogí de desayuno: Pan blanco tostado con mermelada acompañado con jugo de naranja. Esto se veía delicioso y era lo suficiente que necesitaba para esta mañana. Me senté en una de las muchas mesas de ese comedor, completamente solo, mientras que veía como se iba llenando el mismo de acuerdo los minutos pasaban.

Había terminado mi jugo de naranja y mi pan tostado con mermelada estaba prácticamente intacto, mi atención se centró en los chicos que entraban y mi imaginación se dejó llevar colocándole historias por las cuales llegaron a este internado, obvio todas eran muy surrealistas así que sería imposible que alguna de esas historias imaginarias sean las verdaderas.

De pronto veo acercarse a mi mesa un chico con una bandeja en la cual tenía una ensalada de frutas acompañado con una botella de agua mineral; creo que es un poco más alto que yo, su mirada era dura pero a la vez tranquila, sus ojos color miel eran realmente lindos, debo admitir, tez blanca como la de Marshall y su cabello color chocolate le favorecía. ¿Por qué venía hacia acá?

- Hola - dice sonriendo, mostrándome una dentadura perfecta - ¿Puedo sentarme?

- ¿Eh?... Oh, sí. Sí. P-por supuesto.

¿Qué demonios?

- Gracias - se sienta y deja su bandeja en la mesa - Me llamo Michael Poppins, sí, lo sé, un nombre muy común pero que más da, no pude elegirlo - rió - ¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre?

Parecía simpático.

- Travis Woods, mucho gusto.

- El gusto es mío - volvió a sonreír - Te preguntarás por qué te estoy hablando, bueno, te vi solo y pensé ¿por qué no ir con una víctima de la soledad en este enorme instituto? Y aquí me encuentro.

- Pues... ¿Gracias? - reí levemente - Aunque, no te molestes, deberías ir con tus amigos.

- Me entretendría más conociéndote, cuéntame... ¿Cuál es tu edad?

Y en ese momento, veo a un chico pelo negro, tez blanca y ojos verdes sentado a una mesa de la que estaba, viéndonos hablar a Michael y a mi, con dureza.

Marshall estaba ahí.

¿Por qué me ve de esa manera?

¿Por qué nos ve de esa manera?

¿Por qué dirigió la mirada a otra parte cuando lo vi?

¿Por qué se está levantando?

¿Por qué se va? ¡Marshall! ¡No!

- Hey... Tierra llamando a Travis. - dice Michael, para luego volver a prestarle atención - ¿Quieres ir a mi habitación?

Esperen... ¿Qué?

En la esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora