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Es este el punto de mi vida en donde sientes que quieres acostarte a dormir y no despertar más nunca; ver en primera fila como se besa tu profesor de literatura con el chico que te gusta no es nada bonito, ni siquiera a Andy le desearía algo así.

No había tenido tiempo de decir o hacer algo pues la campana sonó en el momento cuando comencé a asimilar la situación y aceptar lo que mis ojos habían visto en directo, por lo tanto los alumnos comenzaron a llegar y allí fue cuando Marshall, Avan y yo fingimos que nada había ocurrido.

Sin embargo, para mí, en realidad, todo acababa de ocurrir. Mi odio hacia Avan había crecido inmediatamente al igual que la debilidad en mi cuerpo y el dolor en mi pecho. La decepción hacia Marshall se había hecho presente, evidentemente no era correspondido y mi alma estaba hecha un ovillo; estaba devastado.

Y si preguntan, no le presté ni la más mínima atención a lo mucho que decía Avan en su clase. No sé si sería por lo que acababa de presenciar, no sé si sería porque la voz de Avan me era insoportable (tal como su existencia) o por la gran opresión que sentía en mi pecho. Probablemente por la combinación de las tres cosas mencionadas antes.

El timbre del acabado de clases sonó. ¡Aleluya! Nunca había deseado salir tanto de una clase como de la de literatura. Me imagino que ahora sería un incesable infierno; dentro o fuera de ese aula infernal.

Es extraño; cuando descubres sentimientos románticos hacia una persona, lo más normal es que quieras verla en todo momento y hablar con él/ella todo lo que sea posible, pero mi caso era diferente. Salí como un rayo del aula de literatura, dirigiéndome a ningún lugar en específico, rogando encontrarme con Michael o Daniel, sí, Daniel. Prefería estar con él que compartir tiempo con Marshall.

La imagen del beso que compartió Avan con Marshall aún estaba impregnada en mi mente y sabía que no podría sacarla de allí en un largo tiempo, estaba más que seguro de eso. Lo que más me deprimía era que, al final, mis intentos de evitar a Marshall iban a ser en vano. No es la mejor idea evitar o huir de tu compañero de cuarto.

Ningún rostro conocido por ningún pasillo. Aquí es donde maldigo mis capacidades de socialización. Tengo que hacer nuevos amigos, definitivamente.

Mi caminar era rápido, no tanto como cuando salí del aula de literatura pero sí estaba caminando de manera acelerada, mirando a diferentes partes a la vez, menos hacia el frente. Fue una mala idea no ver hacia allí pues si no fuera tan descuidado me hubiera dado cuenta del chico rubio que estaba de espaldas a mí antes de chocar abruptamente contra él.

— L-lo sien... – No pude evitar sentirme intimidado por la estatura de este chico y por la mirada tan profunda que me daba – ...to – finalicé diciendo, temeroso, elevando la mirada para encontrar unos profundos ojos oscuros que me penetraban.

— Ten cuidado para la próxima – respondió luego de soltar un suspiro.

Asentí, aún temeroso. Sé que no recuerdo ni la mitad de todos los rostros que he visto en este internado pero a este rubio, alto y ojos oscuros creo no haberlo visto nunca. Y dudo que por su altura pueda pasar desapercibido por aquí. Para serles sincero, me esperaba una paliza departe del chico anónimo pero lo único que responde es "Ten cuidado para la próxima". Es algo que le agradezco a Dios, a Alá o a cualquier ser omnipotente que exista.

No me di cuenta que aún después de haber respondido a su "consejo" con un asentimiento, había permanecido estático en el sitio, perdido en la enorme piscina oscura que parecían sus ojos. No entendía como un color de ojos tan común podían hipnotizarme de esa manera, tener belleza única y dar a mostrar tanta profundidad.

En la esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora