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Narrador

A las nueve de la mañana, el chico de la mirada profunda, ya se encontraba frente a la habitación de Travis Woods. Estuvo allí unas dos horas aproximadamente: Travis nunca salió.

El chico nombrado anteriormente se encontraba aún dormido debido a la "gran noche" que había disfrutado junto a Marshall. Ambos despertaron dándose cuenta del escenario: los dos acostados y abrazados en una misma cama. Marshall sonrió instantáneamente.

—Buen día –saludó a Travis.

—Hola –devolvió el saludo– Son casi las doce del mediodía... ¡Ay, no! ¡El chico de la mirada profunda!

Al recordarse de su compromiso acordado salió disparado de la cama, pero Marshall no le permitió dar muchos pasos puesto que lo haló por el antebrazo e hizo que se acostara nuevamente.

—Ya faltaste, ¿qué más puedes hacer? –dijo Marshall.

—Tienes razón – asintió – Debió de haberme estado esperando. Me siento realmente mal.

—¿Te sientes mal a pesar de que estás abrazado aquí conmigo?

—Por esto no, lo sabes –respondió Travis sonrojado.

Marshall rió.

—A ver, dime ¿te duele allí atrás o...?

—¡Te odio, maldito! –gritó Travis, totalmente rojo como un tomate.

—Sabes que no.

—La próxima vez no te dejaré que... ya sabes... eso.

—¿Y cuánta suerte crees que tienes como para que exista «una próxima vez»? –preguntó Marshall con superioridad.

—Te pasaste –dijo Travis, un tanto furioso por lo que dijo Marshall. Aunque debía acostumbrarse a ese tipo de bromas.

Travis se levantó enojado de la cama mientras Marshall se reía de él. Una vez más, fue halado por su actual novio verdadero hacia la cama.

—Tienes mucha suerte, porque existirán muchísimas «próximas veces» –dijo Marshall sonriendo, para luego robarle un beso a Travis.

Ahora todo era feliz.

¿Cuánto puede durar la felicidad?

¿Cuánto pensaba, este par de chicos, que podrían mantenerse así?

En la esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora