CAPÍTULO 2: El hielo

762 88 38
                                    

- ¿Qué porcentaje de la superficie de un hielo es visible si está sumergido?

No levantes la mano. No levantes la mano. No, Alexandra, no lo hagas. ¡ALEXANDRA NO!

Como si mi sistema nervioso y psicomotor estuviera desconectado de mi cerebro en ese momento, mi brazo se levanta de un tirón.

- Alexandra, ¿Sabes cuál es la respuesta? - el profesor sostiene sus lentes mientras me ve.

- Sí.

Ya está, acabo de cavar un poco más mi tumba. Ahora es solo cuestión de esperar. 

En cualquier momento empezarán sus gritos.

- ¿CÓMO NO LO VA A SABER SI SE COMIÓ UNA ENCICLOPEDIA? - una voz chillona interrumpe el silencio de la clase.

- Lidia, cállese.

- Pero profesor, es la verdad - aquella chica con la contextura de un palillo de dientes se encoge de hombros - ¿Qué tiene de malo?

Todos se ríen. Todos la apoyan. Hasta el profesor sonríe. Excepto una persona. 

- Volviendo al tema- dice el profesor mientras intenta borrar la sonrisa de su cara sin éxito - Por favor, señorita Marín, díganos cuál es la respuesta.

- El porcentaje de hielo visible es un diez por ciento - mi voz suena segura, algo que no pasaba desde hace un par de meses.

- Muy bien, Alexandra, muy bien.

Pero no todo queda ahí, nunca es así.

- ¿NO ESTABA YO EN LO CIERTO? - aquella voz chillona nuevamente aparece  - ¡SE COMIÓ TODA LA ENCICLOPEDIA!

- Lidia, por favor, cállese. -  el maestro esconde su rostro en el libro entre sus manos.

Pero esto si queda ahí. El "Por favor, cállese" no es más que una falsa amenaza. El profesor nunca hace nada. En general, todos los docentes de este colegio nunca hacen algo más. Y no es la primera ni la última vez.

¿Cuántas veces nos han hablado de bullying en las escuelas? ¿No nos dicen que debemos denunciarlo? ¿Que debemos prevenirlo?

No, no voy a decir que soy una víctima de ello. Tampoco diré que mis compañeros me hacen bullying. Pero, eso es evidente ¿no? ¿Cómo demonios quieren que me sienta feliz de venir a estudiar cada día? No soy una mala alumna, en verdad, soy la primera de la clase. ¿La típica sabelotodo a la cual todo el mundo le hace bullying? Ni eso yo misma lo sé, así que ¿Cómo voy a autodenominarme así?Lo único que sé es que tengo que tragarme todo lo que siento y pienso, pues cuanto más rápido pasen los días, más pronto dejaré de estar aquí. Y eso es lo que más anhelo.

Si me pongo a recordar mi vida hace unos meses, ¿era toda ella una ilusión? 

Quizás creía encontrarme en un oasis cuando, en realidad, me encontraba enloquecida por la sed en medio de un desierto, creyendo que el espejismo frente a mí duraría por siempre. A este punto, probablemente había ingerido arena creyendo que se trataba de agua cristalina.

- Señorita Marín, si me permite la pregunta - ahora el profesor se encuentra frente a mí y no espera una respuesta de mi parte para continuar -¿Cómo es que sabía que la superficie visible del hielo sumergido en el agua es un diez por ciento? - su ceño se frunce en un gesto de curiosidad - Que recuerde, jamás hemos mencionado aquel dato en clase. Es más, creo que ni se encuentra en el libro del curso.

- Lo leí profesor, solo eso. - mi voz es cortante. Lo respeto porque es mi maestro. Nada más.

Entonces, la voz de Danny es la que ahora resuena en todo el salón.

- Lo leyó ya que no tiene otra cosa qué hacer - la risa de Lidia y Nikki se unen a su pregón - No tiene vida.

- ¡Cállate, pedazo de ignorante!

¿Esa fui yo?¿En serio?

- ¿QUÉ DIJISTE? - su tono calmado ha quedado en el olvido.

- Aparte de ignorante, ahora resulta que eres sordo - mis ojos se topan con los suyos, que no lucen molestos sino sorprendidos - Tantos balones terminan por matar las neuronas, como en tu caso.

Muy bien Alexandra, ya era hora. Y él se lo estaba buscando. No te permitas el arrepentimiento en estos momentos. No ahora. No con ellos.

- Se me calman ambos- dice el profesor ante una Lidia que estaba a punto de abrir la boca.

Lo merecía por estúpido. Bueno, estúpido es quedarse corto, en verdad es un completo imbécil. Él, Lidia, Nikki y todo su grupito. Lo que ellos no saben es lo que tengo planeado.
Y esto no les augura nada bueno.

Sin EtiquetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora