Sentarse al centro de quince personas puede resultar intimidante. Y uso el término puede porque, para quien ha pasado por ello más veces de las que quisiera recordar, no resulta en absoluto molesto. La incomodidad que residía en ello es que tuviera que volver a sentarme con quienes no dudarían en clavar un daga en mi espalda.
Quizás exagero. Estoy segura de que una no les sería suficiente. Unas cuatro o cinco recién saciarían su sed de sangre.
Ya estaba dando un espectáculo desde que había salido del salón tomada del brazo con Nikki, como si fuéramos amigas de toda la vida y los sucesos de los últimos meses hubieran quedado en el olvido.
Era como si nada hubiera pasado. Era como si hubiera cerrado los ojos y que, al abrirlos, un año hubiera transcurrido sin afectar en lo más mínimo la vida como solía conocerla.
O al menos eso es lo que parecía pensar la chica a mi lado, porque su plática no parecía tener fin. Como no tenía ganas de escuchar cada palabra que dijera, lo único que debía hacer era sonreírle y asentir para que siguiera creyendo que le ponía atención. Los ojos de todo aquel con quien nos topábamos brillaban de sorpresa pero escondían algo más. Temor. Incluso nuestra maestra de historia nos vio y tragó saliva. ¿Es que todo el mundo sabía que había pasado? ¿Hasta los profesores? ¿Y así no habían hecho el más mínimo esfuerzo por cambiarlo?
- Y alista tu uniforme del equipo, por favor. Le diré a Kat que queda fuera.
- ¿Kat? - la mención de aquel nombre amenazaba con descomponerme - ¿Qué tiene que ver Kat acá?
- ¿Qué tiene que ver? - me miró como si le contara el mejor chiste del mundo - Por Dios, Ale. Estamos hablando de Catalina. La metí al equipo oficial para ver si podía jugar al menos de zaguero. Pero al paso que va, perderemos la copa por su culpa.
Mi corazón casi se detiene de la impresión. Por un momento había pensado que se refería a Katerina, quien me había comentado su interés de postular al equipo de vóley y, no parecía ceder ante mis intentos de desanimarla sobre ello. Lo mejor que aquella chica podía hacer era mantenerse lo más lejos de Nikki y su grupo. Si quería asegurar su supervivencia en esta escuela, eso era lo más inteligente que podía hacer. Dudo de que Nikki le dejara pasar tantas cosas como a mí, ahora que había comprendido que era lo que ella quería al fin y al cabo.
Pero, si recapitulaba, ¿acaso Nikki acababa de decir que...
- ¿Quieres que vuelva al equipo? - quien alzaba la ceja ahora era yo.
- Creí que eso era obvio - sujetó mi brazo con el suyo con más fuerza - ¿O creías que no jugarías nunca más?
- Pero, ¿y la entrenadora? - esa mujer era la encargada de la selección. O eso yo suponía.
- ¿Acaso crees que lo diga la entrenadora en verdad importa? - río con más ganas - Ya sabes que ella no hace ni deshace. Así que considera tu regreso oficial este sábado. ¿No es emocionante? -dijo mientras presionaba uno de sus huesudos dedos en mi mejilla.
El movimiento de su mano me llevó a fijar mi vista en aquel pabellón donde se encontraban las oficinas administrativas. Mis ojos se posaron en la puerta infernal en la que se suponía que iba a estar junto a aquel par, quienes ahora nos miraban atónitos, como si vieran un fantasma deambular entre la población escolar. Diego parecía necesitar un sujetador de mandíbula porque la suya parecía a punto de caerse. A diferencia de él, Trina solo movía sus manos nerviosamente hasta que la vi hacer ¿una señal de la cruz? O eso me pareció.
Sentía mi estómago revolverse y podía segurar que no era a causa del hambre.
Las náuseas solo se acrecentaron cuando mis ojos hicieron contacto directo con los de color gris de la chica y, vi que ambos me miraban con cierta tristeza, como si me compadecieran. Desvié mi vista porque no quería concentrarme más en lo que el resto pudiera pensar de mí. Ya había tenido suficiente. En ese momento, incluso el club de lectura había quedado en segundo plano para mí. Solo una cosa importaba.
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Fiksi RemajaA sus 16 años, Ale conocía muy bien la montaña rusa que es la vida. Solo se dio cuenta de que era popular ante la traición de su mejor amiga y ello la condenó al destierro social a cargo de la misma. Tras un largo tiempo de reflexión, ya no está di...