<<Solo estoy caminando y caminando en esta oscuridad.
Mis tiempos felices me hicieron esta pregunta.
¿Estás segura de que estás bien?
Oh, no.
Respondí: "No, tengo demasiado miedo"
Aún así, sostengo mis seis flores en mis manos.>>
Awake, Jin- Está reaccionando.
Eso fue lo primero que oí. Al intentar abrir mis ojos, la luz de los reflectores me cegó un poco. Tenía la vista aún borrosa pero podía percibir varias figuras rodeándome. Ello me dificultaba el querer identificarlas, más aún si sentía que se cernían sobre mí como el mar lo hace cuando está a punto de revolcarte en la orilla.
- Ale, ¿me oyes? – la voz de Danny tenía el mismo tono que este había usado cuando éramos niños y me caí de un árbol. Teníamos unos diez años y, aunque la que casi se torció el tobillo fui yo, parecía que el traumado de por vida sería él - ¿Me oyes? ¿Me ves? Creo que sigue inconsciente. Demonios, dame espacio – parecía que lo que decía ya no era buscando mi respuesta – ¿No ves que todavía está inconsciente? Voy a cargarla y llevarla a la enfermería.
Antes de poder responderle, me percaté de que una mano sostenía mi cabeza. Estaba echada en el suelo.
Pero, ¿en qué momento había acabado yo en el piso?
Si mi último recuerdo era que estaba sosteniendo mi teléfono y, escuchar a alguien llamándome a lo lejos. Y las chicas estaban practicando atrás mío. Tan pronto terminé de formular ello en mi mente, sentí la parte derecha de mi cabeza palpitar.
- Déjala respirar que fue un buen golpe – surgió la voz de Luis entre la bruma de mis pensamientos – Mónica no se guarda nada en los mates que da.
Ahora ya tenía claro el porqué me dolía tanto. Me había caído un balonazo en la cabeza.
- Me da igual. Hablaré con ella más tarde. Y más le vale que rece a todos los santos para que quien la mate no sea yo – sentí un brazo sostener la parte trasera de mis rodillas – Pero ahora me llevaré a Ale antes de desgraciarme en este momento.
- ¡ESTOY BIEN! ¡NO TIENES PORQUÉ CARGARME! – intenté gritar con todas mis fuerzas pero, lo que se había llevado el poco aire en mis pulmones, parecía no poder ser catalogado como un grito para el resto.
Parecía que, respecto a lo de ser devuelta al piso, al menos si había funcionado. Y agradecía eso, porque el papel de damisela en apuros era algo que nunca me había gustado. Eso de ser vista de manera vulnerable frente al resto era un lujo que no podía permitirme en este momento de la vida. Menos frente a un grupo de chicas que actuarían como pirañas para tratar de arrebatarme mi lugar en el equipo. Tan pronto como las manos de Danny me depositaron en el frío piso de cemento, me incorporé para sentarme mientras aquel grupo me observaba como si estuvieran ante el acontecimiento del siglo. El enfoque de mi visión ya se había normalizado y podía identificar las caras ante mí. Llevé una mano al lado derecho de mi cabeza, donde pude notar como un pequeño chichón empezaba a brotar.
- ¿Ya ves? Es más dura que un roble. Esperemos que ese golpe no afecte su capacidad para los estudios o, nadie nos podrá ayudar a entender en qué se diferencia un ácido de un oxácido.
- No es momento para bromas, Luis.
- Con esa cara hasta me da la impresión de que me vas a romper el cuello. Por favor, Ale, dile algo o me golpeará y el inconsciente ahora seré yo.
¿Es que este chico no tenía vergüenza? Ya suficiente tenía con haber caído en la inconsciencia a causa de un golpe como para ser partícipe de su show. Aunque, para ser honesta, el propio Luis era un show andante. Aunque viendo la cara de Danny, yo también hubiera pensado que estaba punto de lanzarle un puñetazo de improviso.
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Teen FictionA sus 16 años, Ale conocía muy bien la montaña rusa que es la vida. Solo se dio cuenta de que era popular ante la traición de su mejor amiga y ello la condenó al destierro social a cargo de la misma. Tras un largo tiempo de reflexión, ya no está di...