<< Es realmente una mierda
no tener algo que quieras hacer.
Sé que es patético no tener un sueño
como todos los demás. >>
So far away, Suga- ¿No está ya empezando a solear? – sentí un jalón sobre la tela oscura que cubría mi brazo.
- ¿No están empezando también a llover tontos del cielo? – repliqué mientras alejaba su mano de mí – Porque veo uno frente a mí.
- ¿Por qué eres tan cruel conmigo? ¡YO SOLO LES DOY MI AMOR Y CARIÑOO Y, ASÍ ME PAGAN! – los otros cinco estudiantes que ya se encontraban también en el salón, ni siquiera lo miraron porque ya conocían como se comportaba el chico frente a mí. Total, éramos compañeros desde hace cinco años – Ay – se quejó ante el leve golpe en el hombro que le di – Pégame más.
- ¿Más te pego, más te quiero? – la voz de Nikki se coló ante la actuación de Luis.
- Más o menos. Ya que Ale parece tener frío aún, así me maltrata para que me vea obligado a protegerla del clima con mis brazos.
- Ya quisieras – moví mi asiento ya que Nikki se estaba sentando y, no quería que nuestras sillas chocaran debido al espacio – Que Danny diga que se resiste a tus muestras de cariño cuando, bien sabemos que se muere por ellas, no quiere decir que todos sentimos lo mismo.
- Eso me dolió hasta a mí – Nikki jaló el cuaderno rojo sobre mi carpeta y lo abrió en la carátula – Así que, sóbate, Luis – deslizó uno de sus dedos sobre la caligrafía que rezaba el nombre del curso – Me encanta tu letra. No importa cuánto me esfuerce por trabajar la mía, la tuya siempre es la mejor.
- Eso es porque ella sí toma nota de las clases – Danny empujó a su amigo para que este se sentara y, así, él tomara asiento a su lado. Tanto la chica a mi lado como yo nos giramos a la carpeta atrás de nosotras – ¿Qué? – sonrió ante una Nikki que puso los ojos en blanco – Era un chistecito. No lo tomes a mal, Nikki – posó un dedo en su mejilla, creando así un hoyuelo artificial – Ya sabes cómo soy.
- Un cretino cuando quieres.
- Un cretino que es tu amigo también, ¿no?
- Lastimosamente.
- De verdad que no quiero ni imaginarme qué clase de cosas dirán de nosotros cuando no estamos presentes – Luis le arrebató a Nikki mi cuaderno antes de que esta pudiera alejar su mano – Ni siquiera es tu cuaderno, Nikki. Solo déjamelo un rato.
- Ale – la mirada de Nikki se posó en mí como si esperara que le recriminara a Luis su accionar.
En verdad, a veces me parecía que, junto a ellos, me tocaba desempeñar el papel de una madre que tenía que velar porque sus retoños no se rompieran el cuello entre ellos.
Para no ahorcarlos, decidí ocuparme en sacarme la chompa que aún tenía encima.
- Déjalo un rato – guardé la prenda en mi mochila.
- Já – Luis le sacó la lengua y se echó hacia atrás ante la mano que Nikki alzó – Alto ahí, loca – elevó el cuaderno hasta sus ojos - ¿No has pensado en cobrar por tus dibujos? Porque son muy buenos – siseó mirándome y luego volvió sus ojos al objeto entre sus manos – Hasta yo te pagaría. Mira que hasta Napoleón se ve más guapo aquí que en las pinturas que aparecen en el libro de Historia.
- Tú pagarías porque alguien más haga tu tarea, no porque alguien te adorne el cuaderno.
- ¿Y? Al menos pienso llegar a un trato justo – Luis estiró el cuaderno en mi dirección y lo tomé – No como otras que no les importa arrebatárselo a quien sea solo porque el cerebro no les da ni para pedirlo prestado – rodó los ojos ante una Lidia que se apoyaba en la mesa frente a la de Nikki.
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Novela JuvenilA sus 16 años, Ale conocía muy bien la montaña rusa que es la vida. Solo se dio cuenta de que era popular ante la traición de su mejor amiga y ello la condenó al destierro social a cargo de la misma. Tras un largo tiempo de reflexión, ya no está di...