CAPÍTULO 32: Lazos de color fresa

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"Ahora, el color de las nubes del cielo es tropical, sí.
El color rojo del sol es como el que hay en tus mejillas."
Fancy, Twice

- Saquen una hoja.

- ¿Examen?

- No qué va. Vamos a jugar Tutti Frutti, De la Puente.

La risa fue expandiéndose por el salón a la par en que la voz de la profesora empezaba a alzarse para hacernos que aquella prueba era todo menos chistosa. Según ella, ojalá mantuviéramos esa actitud cuando respondiéramos las preguntas que nos iba a dictar.

- Así que técnicamente me he inmolado para hacerlos reír una última vez antes de jalar historia y nunca vayamos a la universidad. Estoy orgulloso.

El golpeteo del bolígrafo de Nikki contra la mesa no hacía más que causarme ansiedad así que terminé por entregarle mi examen a la profesora. Resuelto ya, claro, ni que mi instinto masoquista fuera más fuerte que las ganas de acabar el colegio. O que permanecer en el salón mucho rato más porque la maestra Sánchez parecía leer mentes ahora también.

- Puedes esperar afuera, Marín.

- ¿Afuera del salón?

- Sí, en el pasillo. A ver si así Mendoza deja de querer copiar sin que me de cuenta según ella – Nikki levantó su cabeza – Oh, Luis, ¿también ya terminaste?

- ¿Tan poca fe me tiene, profesora?

Pero qué temple de acero, señores. Y paciencia. Y calor también. Juraría que estamos como mínimo en unos 28°C. ¿A quién se le ocurrió cambiar el uniforme escolar de este colegio el último año que iba a pasar aquí? ¿Qué clase de pecado estaba pagando?

Hasta el piso frío de las cerámicas se veía más fresco de lo que deparaba el clima más allá del pabellón, por lo que me senté en él. Total, si debía aguardar ahí a que todos terminaran y fueran saliendo, ¿acaso me iba a quedar parada? Podía terminar por sufrir un golpe de calor.

Desearía ser como Mickey, quién puede huir cuando se le da la gana. O quizás estoy equivocada respecto a eso. A lo mejor, en verdad Luis le cae bien y lo adora.

Así que preferiría poder salir de casa sin tener que pedir permiso Aunque, usualmente no lo pido porque, bueno, mis papás saben que si tengo que salir es por algún material que necesito para la escuela, porque tengo entrenamiento o por cumplir algo netamente académico.

Entonces, ¿no miento si no digo literalmente el porqué voy a salir? Porque si ellos no son específicos en sus preguntas, no estoy siendo negligente en desestimar detalles.

Pero Mickey ni siquiera va a la escuela. Y, probablemente, ese gato no tenga que ir a entrenar y colmarse mentalmente de paciencia hasta el final del campeonato. Claro, si es que llegamos hasta el término de este.

¿Sería egoísta pedirle más a Dios cuando ya estás teniendo lo que el resto considera que es una buena vida? ¿Aunque sea por eso mismo? ¿Por otros?

Querido Mickey, ¿alguna vez eso pasó por tu cabeza en tus viajes de techo a techo?

- Hay que jugar a algo.

- ¿No te parece suficiente con el que Sánchez te deje vivir otro día más?

- No. Ya sé. ¿A cuánto a que Danny sa...

- ¿Me llamabas?

- Bueno. Esta pregunta no vale – tuvimos que movernos para que el chico frente a nosotros pudiera tomar asiento – ¿Con quién te quedarías en una isla desierta entre él y yo? Puedes elegir a quien quieras, nadie se va a ofender

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