CAPÍTULO 19: Ojos que queman

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<<Sé que dices que me conoces, que me conoces bien.
Pero estos días, ni siquiera yo me conozco a mí mismo, no.
Siempre pensé que estaría con alguien más.
Pensé que podría controlar la forma en la que me siento, sí.
Te llamo, pero nunca contestas siquiera.
Me digo a mí mismo que ya estoy harto de tus juegos malévolos.
Pero entonces la risa me entumece tanto,
que me olvido del dolor.>> 
Back to you, Louis Tomlinson ft. Bebe Rexha


- ¿De verdad no quieres venir con nosotros?

- No, mamá. Vayan tranquilos.

- Pero, ni siquiera hay algo de comida casera ahora - mi mamá rebuscaba algo en su bolso que, de seguro era su billetera, porque eso era normalmente lo que siempre se le perdía en casa - No me gusta eso de que estés comiendo esos fideos instantáneos tan seguido.

- Ramen, mamá. Se llama ramen - su mirada buscó la de mi papá quien ahora estrenaba una camisa manga corta acorde a la ocasión - Y es rico. Además, un poco de comida procesada jamás mató a nadie. Que yo sepa.

- Ya, mujer. Si la niña quiere comer fideos, que coma fideos - papá salió al patio y tapó sus ojos con su mano mientras dirigía su vista al cielo - Espero que Julio no haya empezado con la parrillada porque, con este sol, juraría que ni necesita encender las brasas para que empiece a cocerse la carne - suspiró al entrar de nuevo a la sala - Pero por favor, Ale. Come al menos un paquete completo de ese ramen tuyo.

- Y créeme que si pudiera, lo haría, papá. Pero tengo práctica en unas dos horas - miré el reloj de la pared contraria al sofá donde me encontraba sentada - Y no creo que quieras que tu hija se ponga a rebotar junto a la pelota. O que vomite encima de las zapatillas de la entrenadora - mi papá rió ante el gesto de disgusto de mi madre por mi mención - Sería asqueroso. Me podrían sacar del equipo. Incluso podrían pensar que estoy embarazada.

- ¡ALEXANDRA MARÍN! Deja de bromear así.

- ¿Lo ves, papá? Mejor evito el empacho. Así también prevengo las habladurías.

- Sinceramente que ya no sé cómo lidiar con tu hija, Juan - mamá terminó por ponerse el bolso en el hombro y tomar sus lentes oscuros de la mesa - Pero tampoco tengo ánimos para lidiar con eso justo ahora. Nos deben estar esperando - miré a papá quien levantó sus hombros como siempre hacía cada vez que no quería alimentar más la hoguera - Por favor, Ale, come bien y cuídate. No quiero que vuelvas con una hinchazón como la de la otra vez.

- A cualquiera le puede caer un balón en la cabeza, mamá.

- Quizás. Pero a ti en los más de diez años que llevas jugando jamás te había pasado - se acercó a mi sitio y dejó un beso en mi frente - Ten tu celular encendido por cualquier cosa, ¿sí?

- Sí, mamá.

- Tal vez podamos traer un par de cremoladas - susurró mi papá al pasar por mi lado desordenando mi cerquillo.

- Tal vez yo ya esté en casa para entonces.

- Ese trato me gusta.

Los vi desaparecer por el pasillo de la sala a la puerta principal mientras le daba otro sorbo a mi gaseosa. Ya sé que la soda es dañina pero, es que la Inka Kola simplemente es mi perdición. Sinceramente, no entiendo como gran parte de los extranjeros que la prueban dicen que, es como beber chicle líquido. ¿Qué clase de goma de chicle consume la gente? Si muer por ahogamiento, espero que sea por intentar acabar con un tonel de Inka Kola.

Al usual volumen de la televisión que me acompañaba, le interrumpió el sonido que avisaba que tenía mensajes pendientes en mi celular. Como no suelo llevar mi celular al colegio, me enteraba la mayoría de chismes por el boca a boca más que por aquel servicio de mensajería de logo verde que quería revolucionar nuestras vidas. Aún no me acostumbraba a usar WhatsApp. Creo que tampoco lograría sentirme del todo cómodo con él al igual que no paro pendiente de mi celular. ¿Qué más puedo decir? Soy más de libros que de dispositivos electrónicos. No me resisto a ellos pero no le veo la necesidad a tener que hablar con aquellos por aquella vía cuando, los veré al día siguiente. Los rumores y estupideces pueden esperar un par de horas como antaño. Al menos para mí.

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