CAPÍTULO 27: No todos están listos para un pase libre

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<<Espero que estés preparado para el momento de tu vida.
Solo mírame,
pongo un destello en tu ojo
Abróchense el cinturón,
los llevaremos a dar un paseo>>
It's on, Camp Rock

- ¿No estás nerviosa por el partido?

- No.

- ¿Ni un poquito?

- Ya te dije que no, mamá - le di el último sorbo a mi té de manzanilla para levantarme de la mesa y tomar mis cosas - No porque me lo preguntes cada diez minutos voy a cambiar súbditamente de opinión.

- Es que estás actuando demasiado tranquila, hija. ¿No quieres que tu padre o yo vayamos a verte?

- El partido es en hora de clase. Y si ustedes van, de seguro ahí sí que me pondré nerviosa. Y probablemente no solo yo, sino todo el equipo. Prefiero que el sistema nervioso de todas no se dispare más de lo que ya debe estar.

- ¿No quieres llevar un Ibuprofeno?

- Pero si no me está doliendo nada.

- Pero, ¿y si te duele algo? - no podía tomar en serio a mi papá si tenía un pan a medio comer en la mano derecha y ya se había asegurado otro en la izquierda - ¿Una venda por precaución entonces?

- ¿Eso los haría sentirse más tranquilos?

- Sí.

- ¿Podrías darme dos entonces?

El miércoles había llegado y con él, mi preparación mental parecía haberse ido al tacho. Así me sentía. Y, para mi mala suerte, no podía permitirme el exteriorizar ello.

Como si no tuviera suficiente con mantener el autocontrol, también debía velar por el del resto. Pero como me costaba, por Dios, que ya hasta de los pelos quería jalarme. Y si lo hacía, era muy probable que acabara calva. Quizás así pudiera liberarme un poco del estrés que cargaba sobre mis hombros y que amenazaba con subirse a mi cabeza para aplastarla contra el piso.

- Y suerte, cariño. Destrózalas a todas.

- ¡NO PUEDES DECIRLE ESA CLASE DE COSAS A LA NIÑA, JUAN!

- ¡JUEGA COMO SOLO TÚ LO SABES HACER, CARIÑO!

- ¡GRACIAS POR LOS BUENOS DESEOS! - grité en respuesta mientras cerraba la puerta de vidrio para abrir la de rejas.

- Como que es por esa clase de situaciones que entiendo, después de todo, de donde proviene tu carácter.

- ¿Quieres poner a prueba ello ahora o qué? - cerré la última puerta y acomodé mi mochila en mi espalda.

- Uy, no. Necesito llegar vivo para el partido, ya sabes - tomó un pedazo de su camiseta y lo alzó - No creo que quieras cargar con una derrota en tu conciencia a estas alturas.

- ¿Y Luis?

Se suponía que él también pasaría por mí para ir juntos al colegio. No verlo me hacía pensar que tal vez también había caído en aquella espiral de nerviosismo que muchos de los miembros de los equipos de deporte parecían experimentar desde la semana pasada. Y lo que menos necesitábamos era a un Luis más incontrolable de lo normal.

- Se le hizo tarde. Otra vez. Le llamé antes de venir para decirle que no olvide que tiene que venir con las medias del equipo ya puestas y, ¿te imaginas qué me dijo? - negué con la cabeza en respuesta - ¿Tenemos que ir con el uniforme ya puesto? - reí ante su mala imitación de nuestro amigo - Si no lo mato es porque lo necesito. Sobre todo hoy.

- No sería Luis si no dijera eso, ¿no? De seguro te está tomando el pelo.

- ¿Cuándo le vas a decir que no vas a ir su fiesta de cumpleaños?

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