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Nicholas

―Quisiera que pases a mi despacho— Jeremías Witerpool me pidió— es sobre nuestro acuerdo―Lo seguí, sentándome en el espacioso sofá frente a su escritorio de caoba —veras, quiero apurar la boda, Nicholas— dijo juntando sus manos, en una postura seria— si dejamos pasar más tiempo, Sophie empezará a pensar y poner peros al asunto y será difícil convencerla.

—Espero que usted se lo diga, Jeremías— él asintió— supongo que lo tomará mejor viniendo de su padre que de su prometido.

—¿cómo ha estado el paseo?

Negué con la cabeza.

—nada bien, ella realmente me odia.

Él sonrió.

—Espero que cambie su idea sobre ti, porque le irá mal a ella— se acomodó en el asiento de roble y me miró fijo— Nicholas, quiero que seas firme con ella. Sophie es una chica bastante astuta y decidida― me dice― costará un poco hacerla cambiar de parecer, pero accederá. Quiero que tengas mano firme con ella, que no las dejes volar.

—lo haré, señor, además, ella sabe que soy yo quien manda. No tiene cómo protegerse y yo seré su único apoyo, por lo que no tendré ningún problema en controlarla— admití con cierta grandeza— es una mujer, Jeremías, no puede causar tantos problemas— continué, jactando el asunto.

—de acuerdo, siguiendo con la boda, Nicholas— empezó— ¿qué piensas dentro de un mes?

—es mucho tiempo, seis días estará bien—le dije — ya quiero terminar con todo, Jeremías, la quiero como mi esposa ahora.

—¿por qué tanto apuro?

—Porque me gustaría tener a mi esposa conmigo— dije simple.

—espero que no resulte difícil vuestra convivencia. Sophie tiene un carácter― suspiró― un tanto difícil.

—Esté seguro de que así será— miré por la ventana, notando que ya empezaba a oscurecer— debo irme, señor. Espero que le comunique a Sophie cuando será la boda.

—así será, en un minuto le diré.

Nos despedimos y al salir me encontré con la señora Witerpool tomando té con una mujer de su misma edad.

—Querido— llamó a Witerpool— ella es Madeleine, mi amiga de la infancia, ¿puedes creerlo? ¡Quiere ayudarnos con la boda!

Me retiré, dejando a la escandalosa mujer― que no terminaba de caerme bien― con su amiga y su esposo y salí.

Saúl me esperaba con el carruaje listo para irnos. Necesitaba un poco de tranquilidad en mi casa. Además, tenía que planificar ciertas cosas y redecorar un poco mi hogar― que no estaba del todo acomodado como para un matrimonio― si quería que Sophie viviera conmigo. Porque así seria. Ella se convertiría en mi esposa y viviría conmigo.

—señor, ¿a la casa?

―Sí, Saúl.

Saúl les dio la orden a los caballos y estos empezaron a trotar en la dirección que correspondía. Ya en mi casa, un rato después, miré a una de las mujeres que trabajaban como empleada doméstica en mi mansión.

—necesito que redecoren mi habitación, pongan algo para mujeres— le dije, sentándome y mientras bebía un poco de Whisky— lo necesito ahora, Federica— insistí al ver que la mujer no se movía. Tal vez por el shock de que me fuera a casar, no lo sé. Mucha gente pensaba que yo sería un eterno soltero con dinero, que se dedicaría a los vicios.

Ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora