La respiración de William estaba dando contra mi nuca cuando me desperté. Estaba apretada de espaldas contra él y puedo asegurar que nunca había dormido mejor que esa noche.
—Buenos días, preciosa— la voz del hombre salió ronca.
Me giré. Aun así, él no me soltó.
—buenos días— musité. Mi cabeza llegaba justo a la altura de su nuez.
—¿Cómo has dormido? — se acomodó mejor, dejando nuestras caras a la misma altura.
—mejor que nunca— fui honesta.
Toda mi vida le había tenido terror a las tormentas. La de la noche anterior había sido una de las peores. El hecho de que el barco tuviera un vaivén excedente por la corriente y el viento, no me había ayudado, hasta que William me había abierto la habitación.
—Sophie...— se aclaró la garganta. Tuve un poco de miedo de lo que fuera a decir— lo que pasó anoche...
—¿Estuvo mal? — temí que la respuesta fuera un sí.
—¿Qué? — me miró— no, no. Claro que no— suspiró— sólo no quiero que salgas lastimada por esto— nos señaló— quiero que hables conmigo.
—estamos hablando.
—lo sé— me miró divertido— pero quiero que si te sientes incómoda conmigo o que si te duele...
—William— lo callé con mi mano tapando su boca— fui yo quien entró a tu cuarto, ¿Recuerdas? — él asistió, obvio— no hice nada que no quisiera hacer.
—te quiero, Sophie— murmuró contra mi mano. Al principio creí que sus palabras eran una ilusión de mi mente, pero me cercioré de que eran verídicas cuando me miró un poco dolido— sé que es muy pronto todo y que aun sigues casada con Nich...
—yo también te quiero, William— murmuré— realmente te quiero y Nicholas...— me estremecí.
—él no podrá hacerte daño de nuevo, ¿Sí? Confía en mí— dejó un beso rápido en mis labios— no dejaré que te haga daño.
Asentí, llenándome con la sinceridad de sus palabras.
—Lo sé— me acurruqué contra su pecho, buscando la confortación que me daba su calidez.
—Sophie, tenemos que salir de la cama— me sonrió— no me quejaría de estar aquí todo el día contigo, pero tengo cosas que hacer.
—no quiero salir de aquí...— me quejé.
Sentía que salir de esa cama era romper la mágica burbuja formada a mi alrededor y no quería eso.
—Soph— William agarró mi cara, hizo que lo mirara y me llenó de dulzura— te prometo que todas las noches que quieras podremos quedarnos aquí— me besó— te lo prometo, pero hoy necesito que salgamos de la cama porque no podré resistirme a tenerte aquí— susurró— y realmente tengo cosas que hacer.
De mala gana asentí.
Salí lentamente de la cama y busqué mi ropa, desparramada en el suelo. Me vestí lentamente, sin sentirme muy cohibida. William no me hacía sentir así. Él tardó menos que yo. Para cuando estaba ajustando el nudo en mi cintura, él ya estaba anudando sus zapatos.
—eres tan hermosa— William se paró detrás de mí y besó mi garganta.
Me estremecí, sin querer dejarlo ir.
—Will...
—¡Señor! — unos golpes en la puerta me hicieron sobresaltar— lo necesitamos en cubierta.
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Ámame.
RomanceLa monótona vida de Sophie Witerpool se ve destrozada cuando el socio de su padre proclama que se casarán. Así, sin preámbulos. Aunque eso no es atípico en el Londres de 1800. Lo que puede ser un poco raro, es que la novia trate de escapar. Con otro...