Me incorporé y limpié mi boca. Gretel hizo una mueca de asco, que no estaba ni de cerca al asco que yo sentía. Tuve que meter nuevamente mi cabeza en el váter, expulsando más vómito.
—le diré a Nicholas que llame al doctor y...— Gretel salió del baño.
—estoy bien— jadeé— siempre son así los primeros meses, no...
—¿Sophie? — la voz de Nicholas llegó desde el interior de la habitación.
—No dejes que me vea así— gemí Gretel cerró la puerta que dividía el baño y el otro ambiente y respiré profundo.
—¿Dónde está? — demandó.
—ella está vomitando, deja que...
—Sophia— mi esposo golpeó la puerta— voy a entrar.
—¡NO! — hice un intento de incorporarme— estoy bien.
—entraré de todos modos— Nicholas empujó la puerta y me observó— ¿Qué te ha pasado?
—me he descompuesto, no es nada— me excusé.
Nicholas pasó un brazo por debajo de mis brazos y el otro por mis rodillas y me cargó a la cama.
—pediré que te preparen un té.
—mejor será que llamemos al doctor— de no ser por su voz, no hubiera notado a mi cuñada parada cerca de la entrada.
—no es necesario— insistí— estoy bien, solo fue el almuerzo. Las patatas no me sentaron bien.
—buscaré un té para ti, entonces— Gretel salió de la habitación y Nicholas se sentó en el borde de la cama, observándome detenidamente.
—no me mires así, estoy bien— gruñí.
—oh, sí— se mofó— por eso está casi tan blanca como esta tela— en un puño arrugó la sábana— será mejor que reposes.
—no he salido de la cama excepto para vomitar— me defendí— he estado reposando y sin hacer un solo movimiento por más de tres semanas, esto debería ser suficiente reposo.
—eso nos lo dirá el médico. Le pediré a mi padre que le envíe un mensajero, para que venga.
—podemos ir a la consulta— probé.
—listilla— me sonrió secamente— pero no lograrás engañarme para salir de la casa.
—no era para...
Gretel entró cargando una taza humeante sobre una bandeja.
—ten— me cedió el recipiente— tiene hierbas para el malestar —me dijo— tal vez te dé un poco de sueño, pero es normal.
—gracias— soplé el vapor que brotaba del líquido oscuro y bebí un sorbo, dejando que la quemazón se llevara el mal gusto de mi boca.
—hoy vendrán a cenar los hombres nuevos de la empresa— Nicholas meditó mientras yo sorbía el té en pequeños tragos.
—¿Los hombres de hace casi un mes? — arqueé la ceja— Los que claramente te dije que no me inspiraban confianza algunas.
—Supersticiones femeninas— le restó importancia.
—entonces no tendrás problema alguno en que revise las cuentas— lo desafié— no tengo nada que hacer más que mirar la pared durante todo el día y eso me ayudaría a no estar aburrida. Además, te puedo apostar lo que más quieras a que esos hombres están marcando mal los números para su beneficio.
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Ámame.
RomanceLa monótona vida de Sophie Witerpool se ve destrozada cuando el socio de su padre proclama que se casarán. Así, sin preámbulos. Aunque eso no es atípico en el Londres de 1800. Lo que puede ser un poco raro, es que la novia trate de escapar. Con otro...