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Nicholas

Sophie bajó del carruaje y miró todo a su alrededor. Su cara no cambió de expresión cuando notó el enorme jardín o los pájaros que parecen invadirlo. Ella parecía completamente ajena a todo, como si mirara sin ver.

—espero que te sientas cómoda― la piqué, intentando sacar algo de ella. aunque fuera un insulto o un comentario mordaz.

—no estaré mucho tiempo aquí, así que no espero sentirme cómoda— repuso con su usual tono arrogante.

—vivirás aquí el resto de tu vida, Sophie, no te iras― rematé.

—me refiero, Nicholas— respondió poniendo ambas manos en su cadera— a que mañana partiremos a América, por lo que no estaremos mucho aquí― sonrió creídamente, a sabiendas de que había culminado.

Su boca formó una mueca de diversión al ver que yo no contestaba.

—no debemos quedarnos mucho tiempo fuera, entra— encaminé el recorrido hacia la casa, sintiendo como unos ligeros pasos me seguían tras dar un resoplido.

—¿has robado un banco, acaso? ― increpó al notar la fachada.

Me gustaba invertir en mi casa. Solía ser un lugar en el que pasaba gran tiempo, así que debía sentirme a gusto en él.

—todo lo que tengo lo gané con esfuerzo, querida, no como otros empresarios.

—Tú no eres un empresario, eres un estafador— soltó— ganas dinero jugando sucio y haciendo tratos poco claros con gente como mi padre.

—¿y qué tipo de gente es tu padre? ― le pregunté, realmente curioso por averiguar lo que la niña pensaba su amado padre.

—un trabajador— su mentón se elevó, en claro gesto orgulloso.

No pude evitar la carcajada que salió de mi boca. Ella era tan ciega e ingenua.

—¿cómo crees tú que tu padre logró llegar a donde estaba?

—trabajando duro, no como tú ― replicó.

—defines trabajar duro a vender a su hija— su cara se descompuso en un gesto obstinado— ¿no es así? Porque eso es lo que estás diciéndome, Sophie― insistí, queriendo sacar la rabia de su sistema.

—Él no me vendió, solo... solo...—ella estaba molesta y yo no podía estar más feliz.

—¿sólo qué? Pagué por ti, Sophie. Tu padre te vendió, asúmelo.

Ella negó velozmente con su cabeza.

—él no lo hizo, no sería capaz de...— su rostro se volvió firme y cerró sus ojos— no lograrás nada con esto, Nicholas― se mantuvo.

La sangre hervía en mis venas, pero mantuve mi mueca socarrona. ¿Por qué ella era tan orgullosa?

—ya lo verás con el tiempo, querida. Además, deberás entenderlo de alguna manera...— ella me miró con sus ojos entornados— eres mía, soy tu dueño y tú, mi posesión.

Sophie me miró por unos segundos, un poco abatida y luego se giró, ignorándome. Sonreí y abrí la puerta de la casa, dejando que ella apsara primero.

҉

Sophie observó detenidamente la habitación.

—no pienso dormir contigo— cruzó sus brazos.

—pues no te queda de otra, a menos de que quieras dormir en el suelo.

—Adivina qué voy a escoger— ella caminó hacia su maleta, la cual Saúl había traído horas antes, y sacó un vestido para luego estirarlo sobre el suelo y sacarse los zapatos, dejándolos a un lado.

Ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora