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Llevaba ya casi de cinco meses de embarazo y realmente empezaba a notarse. Había sido fácil ocultarlo hasta hacía un mes, más o menos, pero ahora, esa tarea era más difícil. En especial porque todo el frente de mi cuerpo había comenzado a ponerse sensible y no toleraba el corsé ajustado en los pechos. También había otra parte de mí bastante sensible. No lo habría admitido jamás, pero estaba caliente. Recordaba a mi tía decir que eso era normal, al estar embarazada, pero nunca habíamos hablado de las soluciones. En especial, porque la solución a mi problema estaba legalmente durmiendo a mi derecha.

Me hubiese hecho una disección antes de pedirle a Nicholas que me tocara. Aunque creo que él sabía que algo pasaba conmigo, porque me tocaba más de lo usual, me miraba más, me... me acariciaba con los ojos, ¡Joder! Era su maldita culpa.

Me removí en la cama, de nuevo. El cuerpo me ardía y tenía muy en claro que no era por la fiebre. Eso me daba más rabia y ganas de llorar, lo que me ponía en un estado constante de histeria.

—¿Qué pasa, Sophie? — Nicholas gruñó aun medio dormido, cuando hice un movimiento un poco brusco.

—nada, lo siento.

Él abrió los ojos y me miró. Su ceño se frunció.

—¿Segura de que estás bien? — se inclinó y me agarró la cara— estás roja y caliente.

—lo sé— tartamudeé— estoy bien, no te preocupes— alejé mi cara de su mano y fingí intentar dormirme.

—¿Es por el embarazado? — automáticamente intentó sacar el motivo— ¿Te sientes mal o algo?

—no, estoy bien— repetí— solo tengo calor.

—¿Quieres que abra la ventana? — no esperó respuesta para incorporarse.

Lo agarré del brazo.

—no, estoy bien—reiteré— no te preocupes, ya pasará.

—bien— no sonaba para nada convencido.

Me levanté de la cama y fui al baño a mojarme la cara. Tal vez así lograría aliviar algo. Respiré profundo, conté hasta veinte y volví a la habitación. Nicholas seguía despierto y me observó hasta que me metí de nuevo del otro lado de la cama.

—son las cinco de la mañana—dijo— ¿Vas a volver a dormir o piensas quedarte despierta?

—voy a intentar dormirme de nuevo— murmuré— siento haberte despertado.

—está bien— suspiró. Su mano recorrió mi estómago— no pasa nada—aunque sabía que no me estaba tocando a mí, sino que estaba tratando de conectar con el bebé, era a mí a quien tocaba— deberíamos hacer que esto deje de ser un rumor— murmuró— y deberíamos pensar un nombre.

—¿Un nombre? — lo miré chocada, tratando de no pensar que si su mano descendía un poco más, podría liberarme de las molestias— ¿No es muy pronto aún?

—No es algo que se elija al azar— movió su pulgar. Mi cara se tiñó aún más de rojo— joder, Sophie— se alejó y las ganas de llorar se acumularon en el fondo de mis ojos— ¿Estás segura de que te sientes bien? — gruñó, sonando preocupado.

—no, mierda, no, ¡Estoy molesta! — chillé— me molesta sentirme así y es realmente molesto no saber cómo carajos aliviarlo.

—¿Así cómo?

—y lo peor...— despotriqué— es que tú lo sabes y te estás haciendo el tonto para que lo tenga que decir y así quedar en evidencia, ¿No es así?

Ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora