Capítulo 1 - Incertidumbre.

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Capítulo 1:

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Capítulo 1:

"Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez." (Shakespeare)

La muerte de William Adams Hayward significó un gran misterio para la vida de su hija menor, Valentina. Apenas abandonaba su periodo de lactancia cuando este falleció. De modo que no tuvo la oportunidad de disfrutar los días de vida de su padre con sus hermanas mayores. No había recuerdos de su progenitor, ni explicaciones sobre su prematura muerte, solo un enorme retrato en el salón que observaba como un enigma.

Tan solo faltaba un día para su cumpleaños número once. Quizá, para cualquier otro niño podría ser una fecha ideal. ¡Una fiesta! ¡Regalos! ¡Invitados! Toda la atención de su familia y amigos. Sin embargo, Richmonts guardaba luto hace una década. Un duelo que la viuda del señor Hayward llevó a los extremos. La vida en la mansión se había detenido a la medianoche del viernes 11 de marzo de 1837. El reloj nunca volvió a moverse. Los espejos fueron tapados, y las habitaciones a oscuras en plena luz del día. Así fue criada la niña, lejos de la diversión y las risas. En un lúgubre hogar, una madre adusta, dispuesta a cumplir con su luto y desaires por la hija menor.

Esa semana, la señora de Richmonts había abandonado la ciudad dejando la mansión a cargo a su suegra, la señora Hayward. Las niñas disfrutaban mucho pasar el tiempo con su abuela. Encontraban en ella el afecto y la comprensión que la madre carecía. Podían permitirse jugar dentro de la casa y sentir la luz del sol de la mañana en sus habitaciones.

En la noche, después de la cena, Valentina decidió sumirse en una suave melodía mientras observaba el retrato del salón. Las lágrimas empaparon sus mofletes. Volvió su atención a la pintura, reparando en cada detalle. El escenario donde el joven William Hayward posaba para el artista. Ese mismo sillón carmesí, cercano a la chimenea y en el que halló las posibles respuestas a su muerte.

Advirtió a la señora Hayward al oír su carraspeo.

―¡Abuela! ―exclamó―. ¿Qué haces aquí? Creí que estarías tomando el café en la sala.

―Necesitaba saber cómo estabas. Te he observado durante la cena. Dime, ¿Qué es lo que tanto te aflige?

―Solo es la melodía. Siempre me recuerda a mi padre. ―Valentina apuntó hacia el retrato y agregó―: He pensado mucho en él... en este último tiempo.

―También yo, mi niña.

―¿Y lo extrañas?

―¡Por supuesto! ―respondió la anciana, con dulzura―. Mis días se han vuelto una tortura sin mi querido Will. ¡Qué Dios lo tenga en la gloria! Ha sufrido más de lo que merecía...

―¿Y lo perdonas? ―replicó―. ¿Lo perdonas por lo que hizo?

La anciana se asiló con fuerza de su bastón y la miró con una expresión severa.

Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora