Toda la apariencia de la señorita Freeman gritaba solterona con gatos que vivía en una pequeña casa de madera a la orilla de un lago asustando a todo aquel que pasara por allí, pero ese no fue el caso, la arquitectura contemporánea resaltaba en el lugar dando pie a blancas fachadas carentes de ornamentos pero estéticas en su forma, cubos parecían entrar y salir formando los diferentes espacios de la casa formando en los vacíos extensos ventanales, mientras que a sus pies un jardín delantero que jugaba con la luz se llevaba toda la atención, en sí todo el lugar gritaba dinero. Adelantándose Nathan toco el timbre, de dónde se escucho la voz de ella.
—¿Quién es? —gruñó a través del aparato.
—Soy Nathan, estoy acompañado de Isabel... —antes de terminar oración de la puerta se oyó un crujido y fue abierta.
Miramos la puerta con recelo, pero al cabo de un segundo entramos a la ostentosa casa.
—Isa —la señora Freeman se apresuró a mi lado envolviéndome en un cálido abrazo, raro. —Creí que nunca vendrías.
Apartándose vi que apenas vestía una bata para dormir, sus cabellos estaban libres cayendo en suaves ondas negras, su rostro se veía menos duro, inclusive se veía más joven de lo que aparentaba en el colegio, sus manos aún tomaban mis brazos y me asustó la mirada maternal que surgió de su rostro. Esperen, ¿Cuándo cambiaron a la señorita Freeman?.
—¿Quién te hizo eso? —miró con disgusto a Nathan.
—Eso no tiene importancia ahora, —aún mantenía su mirada acusatoria en Nathan, —él no me ha hecho nada.
—¿Por qué no nos sentamos?
Seguimos a la señorita Freeman hacia una amplia sala, cuadros al estilo de Kandinsky decoraban las paredes carentes de color, muebles negros y vino tinto jugaban en perfecta armonía junto a una fogata eléctrica a lo largo del lugar.
—¿Agua, té o café?
—Así estamos bien, gracias —dije secamente, —yo sé que quizás mi presencia la incómoda señorita Freeman, pero puedo afirmar que de su mano encontraré información que en otro lado no encontraré.
—Créeme Isa, —abrió camino hasta sentarme a mi lado —Yo lo que nunca he hecho es odiarte, la manera que te traté en el colegio fue algo cruel, incluso exagerada, pero no tenía opción.
—¿A qué se refiere?
—Lo qué te voy a explicar nunca va a ser fácil —Nathan quién se encontraba al otro extremo de la sala fue victima de otra mirada de la señorita Freeman —Les ruego discreción.
—¿Prefiere qué me marche?—ofreció Nathan.
—No, tu también haces parte de esta locura, —un sorbo de té, dos campanzasos, tres miradas inquietas, —Los Porcher y los Tucker siempre han sido obsesivos respecto a su linaje, principalmente las mujeres de los Porcher son las encargadas de seducir hombres que aporten algo a la sangre, sea económico, intelectual, incluso espiritual, una vez son concebidas se limitan a asesinar al padre de la criatura, asegurandose de ser su único hijo, el amor nunca ha existido en las familias, es limitado a controlar algo que según ellos es especial, por ende todas las generaciones tienden a ser frías y calculadoras, si se es diferente eres traidor.
La señorita Freeman dejó su taza en la mesa y puso toda su atención en mí.
—Hace un tiempo una Porcher se dio el lujo de enamorarse, nunca había visto dos personas tan predestinadas a ser, tan inútilmente perfectos el uno para el otro.
Alcé mi mirada a Nathan quién se encontraba viendo, rápidamente desvíe mi mirada.
—La muerte los amenazaba, Denisse...
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Hija de la traición. (En edición)
Fantasy¿Recuerdas todos los relatos de la Biblia?, seguro te han contado la historia de Caín y Abel. Aunque, ¿Qué puede importante?. Esta es mi historia, hija de la traición y la muerte, descendiente de Caín. (Cover hecho por AlejandraSilvaR, ¡Gracias!)