Capítulo 20.

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Traición, era la única palabra que podía tener en mente mientras sentía las manos de Edward guiándome a la cabaña, Nathan escoltando a mi mamá tampoco era una vista muy buena. Minutos después en la suciedad de un putrefacto lugar fue testigo de nuestro dolor, en como frente a nosotras hombres reían de las dos muertes que habían sucedido, de lo inútiles que eran las mujeres, lo detestables que son, pero útiles cuando se necesitan, dicho lo último voltearon a mirar, mi mamá se encogió más de lo que ya estaba y sentía pequeños quejidos de su garganta, yo estaba igual o peor.

—Tengo que aceptar que las Porcher no están tan mal —un hombre de aproximadamente cuarenta años se acerco poniendo su rostro cerca al mío mientras sostenía fuertemente mi cara con sus manos callosas —Seguro que disfrutaría mucho de ti niña.

Su mirada me dio asco, mi ropa mojada dejaba expuesto mi cuerpo, quería que se alejara, quería que se perdiera, quería que no besara mi mejilla dejando un rastro de baba en ella mientras reía queriendo más, en cuanto pude lo empujé y me acerqué más a la pared en la que me encontraba recostada.

—Difíciles me gustan más, eres exquisita. No me vas a detener cariño.

Mentalmente sólo pedía ayuda, si realmente Dios existe, si realmente aún le importo a alguien, si realmente mis plegarias son escuchadas sólo pedía despertar de esta pesadilla. Pero nunca desperté, en cambio la escena siguió, mientras un público reía mientras yo evitaba el contacto y mi mamá lloraba a mi lado gritando por una ayuda.

—Se les pidió solamente vigilarlas, ¿Acaso no pueden hacer eso bien? —Nathan entró con autoridad su voz estaba llena de ira, ¿Debía alegrarme o temer por mí? mientras que pateaba el costado del hombre que me manoseaba, —Ahora fuera todos de acá.

Todos lo miraron sin entender.

—¡Maldita sea!, ¿No me escucharon?, fuera, ahora —gritó mientras apuntaba un arma a ellos haciendo que la habitación instantáneamente quedara vacía.

En un instante mi mamá se acerco, las dos abrazadas como el único apoyo que podíamos tener, en este momento sólo nos teníamos a nosotras mismas, y aunque duela, sé que mi tía nos protege donde quiera que este, levanté mi mirada hacia Nathan, tan diferente, tan distante, ese no era él, quería creer que no era así. Sus ojos esmeralda en un segundo se me quedaron viendo mientras frotaba mi mano en la cabellera de mamá, el usual escalofrío recorrió mi cuerpo mientras sus ojos seguían divagando en mi rostro, como si deseara resolver algún problema, como si con su mirada pudiera resolver todos los misterios de lo que nos rodea.

—¿Qué quieres? —susurré aún viéndolo fijamente.

—No quiero hacerte daño, ni a tu madre.

—Sé que nunca lo harías, confío en ti Nathan —en cuanto lo dije supe que era verdad, confiaba en él, a pesar de haberlo visto hace un tiempo empujando a mi madre y mi tia hacia Adam, a pesar de escoltarnos hasta esta mugrosa cabaña, a pesar de sólo verlo allí parado y no poder tocarlo.

—Isa, no me hagas esto, por favor —negó

—No me hagas esto a mi Nathan, dime porqué lo haces.

—Callate Isa, por el amor de Dios cierra tu boca

—¡No lo haré!, estoy cansada de todo esto, Nathan no entiendo nada, este —lo señalé —no eres tú, sé que no lo es.

—No sabes nada de mí Isa.

—Quizás nunca me has dado la oportunidad, pero en lo poco que eres un chico dulce y decidido, si quisieras puedes ser la mayor estrella del cine, quiero decir hombre ¡Mírate!, al igual que puedes hacer de un gran lider, atento y dispuesto a dar todo por los que quieres.

—Cállate de una buena vez —caminó por todo el lugar para finalmente dando un puño en la pared más cercana —No puedo aguantar más esto. 

Sus pasos decididos se detuvieron frente mío, mi madre al lado yacía profundamente dormida luego de abrazarse a mi, los ojos de Natha me devoraban, me hacían sentir cosas que nunca experimenté y luego de uno, dos, tres suspiros su rostro se acercó al mío, ¡Oh Dios mío se está acercando!, y lo único que pude sentir fue un tierno y pausado beso, podría derretirme ahí mismo, podría descansar tranquilamente mientras mi cuerpo reaccionaba ante el contacto de Nathan, sus manos en mi rostro que estaba en llamas, sólo bastaba ver como mi cuerpo se sacudía ante cada beso para demostrar que los dos habíamos nacido para esto, mientras sus manos pasaban de mi rostro a mi cuello, a mis caderas. Esto era sin duda el mejor momento de mi vida.

 —Es por esto que te dije que hicieras silencio —susurró Nathan contra mis labios, inmediatamente agacho la cabeza —Tengo que irme

—No me dejes, te lo pido, sacame de aquí —súpliqué.

—Es lo que tengo en mente, así tenga que morir.

—Por favor no digas eso, no soportaría una muerte más —una lágrima solitaria cayó por mis mejillas.

—Mejor mi vida que la tuya.

Nathan se levantó dandome un beso en mi frente, casi sincronizado Edward entró por la puerta.

—Todo está listo.

—Entonces hagamoslo.

Sin entender en que momento esta alianza surgió entre los dos nos tomaron nuevamente a mi máma y a mí, esta vez con algo que cubría nuestros rostros, confiando en las manos que nos llevaban, nos acomodaron en algo que parecía ser una auto, uno sin duda los de Adam, el camino se hizo eterno por el simple hecho por no tener portunidad alguna de conocer el paradero.

El auto se detuvo, dos manos me agarraron por detrás, dos manos que inmediantamente reconocí, Nathan, sonreí segura, estando a su lado lo estaría. Varios pasos después me encontré en el lugar dónde hace poco me golpearon, no evité ver alarmada hacia todas partes, este lugar era dónde Adam me golpeo, dónde era mi entrenamiento.

—Han llegado, es una alegría verlos —Adam salió como si fuera el presentador de un mal reality, se paro en frente de mamá tomando su mejilla —Cariño, ¿Estás enferma?, mis chicos no te trataron bien?, oigan eso no se hace con mi esposa —todos rieron.

—Púdrete en el infierno. —ladró mi mamá

—Lugar al cual seguro me vas a acompañar —terminó la frase con una cachetada en el rostro delicado de ella.

—Mi chico favorito —sonrió al ver a Nathan

—Adam, ¿Está todo listo?

—Seguro es será la ceremonia más rápida, mira su condición, esa fue una muy buena idea.

—Gracias

¿La ceremonia?, maldita sea.

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Hola a todos, sé que me demoré más de lo esperado, tan sólo espero que la demora valga la pena para todos ustedes.

Nuevamente MIL GRACIAS YA SON 5K LEÍDOS, como siempre he dicho, es demasiado para mí.

Espero sus comentarios ♥


Hija de la traición. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora