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"Hace días que no sé nada de ti."


Me desperté aturdida mientras miraba a mí alrededor.

Ya no estaba en la misma habitación.

La suciedad y el polvo seguían estando presentes, pero estaba encima de un colchón. Era tan fino como un trozo de cartón pero era un colchón. No tenía las manos atadas así que al intentar incorporarme, un dolor atroz me atravesó los brazos. Miré hacia ellos pero estaban vendados. Las vendas estaban empapadas en sangre, lo que me decía que, o hacía poco que me habían vendado o que las heridas eran profundas y necesitaba que alguien me las cosiera.

Después de un rato intentando incorporarme lo conseguí. Al levantarme me mareé considerablemente y tuve que apoyarme en la pared para no caerme al suelo. Ahí fue cuando me di cuenta de que la cabeza me dolía también.

Me fijé en el cuarto. Era un poco más pequeño que la habitación en la que me había despertado anteriormente. Era oscuro también y tenía el mismo bombillo colgado del techo por dos cables. Había una ventana con tablas clavadas a la pared que impedían ver el interior. Me acerqué intentando encontrar una rendija por la que poder ver algo. Quizás podía intentar quitar una de las tablas. Sabía que iba a doler, pero necesitaba saber dónde estaba y si había alguien que pudiera ayudarme.

Iba a acercar mi mano a la tabla cuando la puerta de la habitación se abrió.

"Deja de hacer cosas que puedan provocar que te mate." Moore me sonrió irónicamente y entró una silla. "Siéntate."

"¿Para qué?" No quería pasar porque me rajara los brazos otra vez.

"Te he dicho que te sientes, no que te pongas a hacer preguntas." Zarandeó el botiquín que llevaba en la mano. Yo me acerqué a la silla y me senté. Llevaba la camiseta del pijama que había rajado Moore en nuestro último encuentro. Noté como empezó a sacarme la venda en un brazo. "Esto te va a escocer un poco." Oí como abría un bote.

"¿De verdad te preocupas por lo que me duela o no?" Tensé mi mandíbula irónica.

"Puedo avisarte de lo que va a pasar o traer el cuchillo y dejarte un recuerdo en las piernas también. Tú decides." Pasó lo que parecía algodón por mi brazo y tenía razón.

Ardía como el demonio.

Mucho más de lo que había ardido lo que me había tirado cuando lo único que tenía mal eran mis muñecas.

"Coge esto." Me tendió un pañuelo blanco que parecía limpio. "Métetelo en la boca y muerde fuerte." Volvió a sus cosas cuando lo cogí. "Sabrás cuando hacerlo, no te preocupes rubia."

Sí, tú ponme motes.

Hijo de puta.

Doble un poco el pañuelo y me lo metí en la boca. Entonces fue cuando sentí algo meterse en mi piel y atravesar el brazo. ¿Me lo estaba cosiendo? ¿DE VERDAD? ¿Me rajaba los brazos para después cosérmelos? Escupí el pañuelo. No me dolía porque cuando tenía 10 años me hice una herida en la rodilla y cuando fui al hospital me dieron los puntos sin anestesia. Era un dolor soportable.

"¿Eres bipolar o algo?" Giré mi cabeza para verle de perfil.

"Depende de para qué quieras saberlo." Se le veía concentrado.

"Veo una pérdida de tiempo destrozarle los brazos a alguien para después curarlos." Negué.

"También puedo dejarte sin vendas para que cojas una infección y te pudras." Tiró del hilo y pude ver como la herida se cerraba. También vi lo profunda que era. Era la segunda que me había hecho y tuve que apartar la mirada porque se veía el hueso. Una lágrima bajó por mi mejilla.

Purpose |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora