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"I can't"


2 de marzo. Nottingham. Inglaterra. Capital FM Arena.

A veces me pregunto por qué confiamos en la gente.

Por qué necesitamos a alguien con quien compartir nuestros secretos, alegrías y tristezas.

Por qué dar parte de nuestro corazón para que en el momento menos pensado lo tiren al suelo y empiecen a darle patadas.

Al fin y al cabo, acabamos confiando en las personas que queremos y por ello les entregamos esa maquinta encargada de bombear sangre.

La última vez que me sentí tan traicionada por un ser humano había sido cuando Kellan decidió que debía llegar la hora de jugar con mi corazón y tratarme como si fuera una simple bolsa de basura.

Me acordaba perfectamente de ese día.

Llegué al instituto como un día más, tratando de asimilar que hacían cuatro años desde que había perdido a mi padre, y a día de hoy me da mucha pena decir que el único motivo por el que me seguía despertando por las mañanas, era Kellan.

Entré en clase de filosofía, ya que la tendríamos a primera hora y si algo apreciaba el profesor, era la puntualidad.

Al sentarme en mi pupitre y dejar mi mochila en el suelo, me di cuenta de que encima de mi mesa había un papel en el que ponía que fuera a las canchas del instituto y una sonrisa se plasmó en mi cara cuando supe sin dudar un segundo que era la letra del que entonces era mi novio.

Bajé lo más rápido que pude mientras mi cabeza iba a mil revoluciones por segundo intentando averiguar qué era lo que tenía preparado y por qué no me había esperado en la clase como siempre.

Al llegar a los primeros escalones de las gradas en la cancha de béisbol pude oír cómo el corazón me dejaba de latir para después explotar en mil pedazos dejándome vacía por dentro.

Kellan estaba besando a una de las chicas con las que mejor me llevaba en el instituto, antes de que Perrie dejara de hablarme y se dedicara a decir cosas horribles de mi también.

Cuando me vieron lo único que hicieron fue sonreírse el uno al otro y empezar a comerse como si fueran el último trozo de comida que habría en todo el planeta en mucho tiempo.

En ese momento quise morirme. Y casi lo consigo.

En ese momento me sentía igual.

Mi cabeza había pasado a ser un cumulo de emociones contrarias en cuanto a Justin se refería. Estaba empezando a pillarme de verdad, por no decir enamorarme aunque sea una palabra jodidamente grande.

Me gustaba muchísimo verle sonreír mientras hablaba despreocupadamente con los chicos sobre algo.

Me gustaba su cara de concentración cada vez que estaba escribiendo una nueva canción o jugando a cualquier videojuego en su móvil o consola.

Me encantaba quedarme hablando con él hasta las tantas de la madrugada, confiar en él para poder contarle cualquier cosa que me preocupase o simplemente para desahogarme y no explotar de alguna manera de la que después me arrepentiría.

Confiar.

Confiaba en él y me había dado cuenta de la forma más asquerosa –desde mi punto de vista en ese preciso momento-, que ese sentimiento que yo tenía sobre que él también confiaba en mí, era una burda mentira.

No pensó ni en un solo segundo acercarse a mí a preguntarme si lo que le había dicho Twist era verdad, sino que se aferró a lo que él le había contado e incluso había insinuado que yo era una maldita puta.

Purpose |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora