Maratón 2/3:
Esa noche durante la cena cuando le dije a mis padres sobre el curso de educación matrimonial mi mamá dijo: ―Eso es absolutamente ridículo.
Cortó un trozo de Pollo picante.
―¿Por qué? —preguntó papá.
―¿Qué podrían posiblemente esperar ganar forzando a estos chicos a estar juntos cuando apenas se conocen? No es como si tuvieran que elegir a sus compañeros.
―¿Y?
Mamá colocó el cuchillo y el tenedor en el plato de cerámica que había comprado en una feria de arte el año anterior.
―¿Cómo se aplica eso en la vida real? ¿Cómo les enseña esto a elegir a una buena pareja cuando no pueden hacer la elección ellos mismos? ―preguntó.
Papá se inclinó hacia adelante. ―¿Y cómo sugieres tú que el curso debería trabajar?
Ahora, déjenme tomarme un momento para explicarles algo sobre mi padre. Él es profesor de ciencias políticas en la Universidad, y le gusta enseñar usando el método Sócrates, que consiste básicamente en sólo preguntar. Eso es todo. Lo que sea que un estudiante diga, mi papá lo da vueltas y se lo devuelve al pobre inocente en forma de pregunta. Puede pasarse una larga hora de conferencia enseñando sólo con las palabras: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Y? o ¿Qué piensas? A veces me pregunto si realmente sabe algo sobre ciencias políticas. Sin embargo es uno de los profesores más populares del campus. Desafortunadamente a veces tiende a traer sus métodos de enseñanza a casa, lo que no lo hace muy popular para mamá o para mí.
―No me hables como si fuera uno de tus alumnos ―dijo mamá―. Puedo dar mi opinión sin necesidad de defenderla.
―De acuerdo, si quieres tener una opinión sin fundamentos. Adelante, tenla. ― Pinchó un bocado de ensalada de espinacas y se la metió en la boca.
―Mi opinión sí tiene fundamentos, es sólo que no te incumben ―dijo ella.
―Lo hiciste de mi incumbencia cuando lo dijiste en voz alta ―murmuró a través de la espinaca masticada.
―¿Estás bromeando? ―preguntó mamá―. Porque de veras me estás haciendo enfadar.
Papa tragó, esbozó una sonrisa y tomó la mano de mi mamá.
―Claro que bromeo. No te enojes― —Se inclinó sobre la mesa y la besó―. Sólo estaba jugando.
Eso es lo que mis padres llaman jugar. Es algo retorcido, pero al parecer les encanta. Al menos es lo que funciona para ellos.
―Mamá tiene un buen punto ―dije―. Estos emparejamientos al azar son un desastre.
―¿Por qué? ―preguntó papá―. ¿Que sucedió? ¿Te tocó con algún fracasado?
Lentamente giré el cuchillo en la mesa.
―No un fracasado. Lo opuesto. Un tipo extremadamente popular e idiota. No hay nada en él que encuentre atractivo.
―Hey, vamos. No seas cruel. Los chicos populares también tienen sentimientos ―bromeó.
―No éste. A menos que cuentes "sentir" los senos de su novia en los pasillos antes de entrar a clases.
―Sentir los pechos de una chica siempre cuenta ―dijo.
Mama, los golpeó con una servilleta de tela. ―Marcelo.
―Es verdad. Yo siempre lo cuento. ―Y les juro por Dios que extendió una mano y le apretó un pecho justo enfrente de mí―. Seis mil doscientos ocho.
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Educación para el matrimonio
Hayran KurguCuando el Director anuncia que cada Senior debe participar en un obligatorio programa de Educación Matrimonial de un largo año, Bianca Di Pascuale cree que su vida no puede empeorar más. Entonces ella se casa con su "esposo" el súper atleta Matt, cu...