Capítulo 21

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Nevó por dos días. Del tipo húmedo y pegajoso. Para el sábado por la noche, todo estaba cubierto con una capa grumosa de glaseado blanco. Con el fin de semana de vacaciones, más el hecho de que estaba enojada con casi todos los que conocía, no tenía planes para esa noche. Así que me fui a la cama, escuchando Shelter of Your Arms alrededor de mil veces en mi estéreo (ya que no tenía más mi iPod), y tuve otra buena lloradera por Paula. Luego volví a llorar sobre las cosas que Matt me había dicho. No podía creer que hubiera sido tan malo. Realmente malo, no sólo pretendo-ser malo. Él no era así. Cuando enfrente esto, la única conclusión a la que podía llegar era que tal vez había estado en lo cierto.

¿Podría ser yo una snob insensible? Bueno, tal vez había alejado a Paula porque no pude reconocer sus sentimientos por Paio. Y tal vez nunca ni siquiera consideré que a Paio pudiera simplemente no parecerle atractiva. Nunca. Esas cosas podrían ser clasificadas como insensibles. Y supongo que se podría decir que era una especie de snob con Micaela. Si la trataba como a una rubia tonta. Una persona puede decir que actuó superior a su alrededor. Como una snob. Una insensible, prejuiciosa, maliciosa snob. Esa era yo. Me elevé y me golpeé como un dos-por-cuatro en la parte posterior de la cabeza, y mis lágrimas comenzaron de nuevo.

Después de que terminé de llorar, miré los pesados copos caer fuera en la oscuridad. Eran sólo como las diez en punto, así que me levanté y me arrastré por las escaleras de atrás para evitar a mis padres en la sala de estar. Me puse mi abrigo y las botas de papá, y salí al patio.

El cielo estaba en calma. Sólo el suave sonido de copos tocando la tierra o las ramas de los árboles o del techo. Mis gafas se empañaron al instante, así que me las quité. Inhalé el limpio, nevado aire y dejé que me enfriara mi roja nariz y ojos. Cerré los párpados y dejé que los copos se reunieran en mis mejillas, pareciendo como lágrimas a medida que se derretían. Me imaginé que me hundía en la tierra, con raíces creciendo como un árbol. Y mis brazos ramificados extendidos hacia el cielo.

Pensé que si tan sólo pudiera permanecer allí, inmóvil, la transformación realmente iba a suceder. Me convertiría en un inmovible, sólida, parte viva de la naturaleza. No algún vacilante, organismo perdedor. Parte de absolutamente nada. Contuve la respiración, y por un momento, lo sentí. Entonces, un ruido del cobertizo me trajo de vuelta a mi apestosa realidad. Busqué para limpiar mis gafas y me las puse de nuevo.

Mi primer instinto fue correr y traer a papá, pero entonces habría preguntas de por qué mi cara estaba tan roja e hinchada, como si hubiese estado llorando. Lo cual había estado haciendo. Además, al mirar de cerca a la tierra, vi un conjunto de pequeñas pisadas casi cubiertas por la nieve, las cuales llevaban directamente al cobertizo. Junto a las huellas había una lapicera rosa con una flor morada en la parte superior. La reconocí de inmediato. La agarré, me acerque al cobertizo, y abrí la puerta.

Samantha Pickler se cayó de la maceta en la que había estado de pie.

―Sam ―le dije―. ¿Qué estás haciendo?

―Tratando de enganchar esta pala de vuelta en el gancho ―dijo―. La tiré al suelo.

―Quiero decir ¿qué estás haciendo en nuestro cobertizo?

―Oh, eso. ―Ella colgó la pala y se sentó en la maceta―. Me escapé. Pero no se lo podes decir a nadie, Bian. No lo harás, ¿no? Tú eres la única persona en la que puedo confiar. Hey, mi lapicera.

Consideré la posibilidad de que uno o ambos de mis padres podrían echar un vistazo por la ventana y verme hablando con el cobertizo, así que me metí y cerré la puerta. Por suerte, Sam tenía una linterna. Me puse en cuclillas delante de ella. ―¿Por qué huiste?

Sam suspiró y garabateó en la pierna del pantalón con la lapicera. Luego arrojó la lapicera a sus pies. ―Ellos se están divorciando ―dijo―. Papá se está mudando.

Educación para el matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora