Debí haber sabido.
Debía haber sabido en el momento en que iría a buscar mis cintas blanqueadoras favoritas con sabor a té de menta, que no las encontraría en el cajón, sino temporalmente olvidadas en el fondo de mi armario, enrolladas en una bola crujiente. Una cubierta de hace dos semanas, una explosión de sirope que se había disparado de la botella rebotando en mi waffle y salpicado como una bola de pintura dulce.Debería haber sabido, que cuando bajara las escaleras encontraría a mis padres degustando las amígdalas del otro frente al fregadero de la cocina, y casi vomitaría en mis zapatos.
O que mi mejor amiga, Paula―en realidad ella es mi única amiga, lo cual está muy bien, sólo necesitas uno―llamaría para decir que se estaba haciendo tarde y no podía pasar a recogerme. Así que tendría que ir en una carrera en mi bicicleta hasta la escuela en mi primer día del último año.
Debería haber sabido en ese momento que estaba pedaleando hacia el desastre. Pero solo llamo a toda esa porquería mi muy normal, mala suerte de todos los días.
Me monté en mi bicicleta y rodé las cinco calles hasta la escuela. Vivir en la ciudad es mejor. Puedo caminar o ir en bicicleta casi hasta cualquier parte. Bueno, está bien, quizás no al centro comercial Prairie View. Pero la biblioteca, la cafetería y la tienda de música quedan a solo unas calles de mi casa. Lo cual es realmente práctico cuando quiero estar lo más lejos posible de mis padres.
Además, las calles de la ciudad están todas alineadas con estos magníficos y macizos árboles de roble y arce que han estado creciendo por, como, un siglo. Y desde que el sol ese día estaba insanamente caliente a las siete y media de la mañana, me quedé en el lado sombreado de la calle mientras rodaba a la escuela. Llegué allí, aseguré mi bicicleta y ventilé un poco las axilas de mi camisa en un inútil intento de secar el sudor cuando Paula entró en el estacionamiento. Ella torció el espejo retrovisor para ver su cara, se secó su labio inferior y se bajó del coche.
―Pau―le dije―.¿Qué pasó que no me buscaste?
Ella medio corrió hacia mí mientras sonaba la campana. -Lo siento, Bi. Se me hizo tarde. No podía arreglar bien mi cabello.
Su cabello estaba recogido en una coleta, justo como las dos lo usamos todo el año pasado. Siempre en una cola de caballo o una trenza. Nos llamábamos los cabellos gemelos, aun cuando su cabello era de un liso y sedoso marrón oscuro y el mío era casi negro y con esta onda extraña y aburrida llena de frizz. Luego, justo antes de empezar las clases Pau se cortó el cabello hasta los hombros y se hizo rayitos y sombras. Así que incluso en una cola de caballo, su pelo hacía que la trenza que yo llevaba luciera como una turba erizada. No es que a mí realmente me importara. Yo sólo mantenía mi pelo lo suficientemente largo como para poder ponerlo lejos del camino. No tenía paciencia para los peinados. O el maquillaje. Pau seguía tratando de hacerme usar brillo de labios porque según ella tengo "labios carnosos y sensuales". Personalmente, creo que mis labios sensuales tenían menos que ver con la belleza y más que ver con el mal humor.
Mientras subíamos las escaleras de concreto de la escuela, casi le pregunté a Pau cuanto tiempo le podía tomar una cola de caballo. En su lugar sólo dije: -Se ve bien. -Ella me miró boquiabierta como si yo fuera un enfermo mental. Claramente, la cola de caballo era su último recurso. Pero lo dejé pasar. Yo sabía cómo de loca se ponía en relación a su aspecto y esas porquerías últimamente. Antes, acostumbraba a echarse solo loción en su rostro, recoger su cabello para atrás y listo. Pero este verano había trabajado como consultor en un campamento. Cuando regresó a casa, estaba metida de lleno en el asunto del cabello y el maquillaje ―ojos, mejillas,labios―.Incluso arregló citas para los primeros y terceros lunes de cada mes en un salón del centro comercial Prairie View para arreglarse las uñas (lo cual me pareció ridículo, pero prometí acompañarla de vez en cuando para hacerle compañía). Imagino que ella debió ener alguna clase de reacción después de haber pasado dos meses y medio corriendo entre los bosques.
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Educación para el matrimonio
Hayran KurguCuando el Director anuncia que cada Senior debe participar en un obligatorio programa de Educación Matrimonial de un largo año, Bianca Di Pascuale cree que su vida no puede empeorar más. Entonces ella se casa con su "esposo" el súper atleta Matt, cu...