Capítulo 34

500 26 6
                                    

Como dije, por aquí, las noticias viajan más rápido que la mono, y al final del día, todo el colegio había oído hablar de Matt y mi confrontación con la Directora Miller y Maggie Klein. Para el momento que la historia circuló y volvió a mí, yo había aparentemente bofeteado a Maggie Klein y luego bromeé con Matt frente a la Directora Miller. Ah, y mi mamá era una antigua corista en una revista de todo-gay. Todo se volvió una leyenda. Una historia inventada, claro, pero la mayoría de las leyendas lo son.

Paula me dijo que Gonzalo se excusó de su interpersonal-habilidades/taller de manejo de la ira. Esperaba que me lo dijera él mismo. También esperaba que me invitara al baile de invierno. Pero ni una de esas cosas ocurrió. Una vez más, la suerte no estaba de mi lado.

Así que Pau y yo decidimos ir al baile juntas. Decidí que si Gonzalo estaba en el baile, y pasaba que me veía caliente, bueno, esa era una coincidencia que no podía evitar.

El problema era, la noche del formal, estaba teniendo un tiempo difícil poniendo "caliente" junto. Eran siete treinta. El baile comenzaba en media hora. Y estaba completamente desnuda. Lo cual hubiera hecho hacerlo una noche interesante, pero la última vez que revisé no era ni una estrella porno ni una prostituta. Así que tenía que vestirme. En algo. Sí, ahí estaba el maldito problema. Ya había probado cada conjunto medio decente.

Nada dice: Ropa que Usar Cuando Quieres Impresionar a un Chico Que Inicialmente Rechazaste, Pero Ahora Te Das Cuenta Te Gusta y Lo Quieres de Regreso. ¿Donde estaba el conjunto para eso? Llame a Paula para pedirle que trajera todo lo que tenía, pero estaba tardándose demasiado.

Finalmente, escuché sonar el timbre, y sus pasos sonando raídamente por las escaleras. Paula voló a través de la puerta, usando un vestido negro con tirantes delgados y tacones. Lucía como salida directo de una pasarela de Nueva York. Totalmente elegante. Y no de una manera modesta. Su madre debió haberse puesto furiosa. Llevaba una bolsa de compras llena de ropa.

―¡No estás usando nada! ―gritó.

―Brillante observación, Einstein ―respondí―. Además, eso no es cierto. Estoy usando mis lentes de contacto. Y algo de maquillaje. Lo sé... no te desmayes ni nada.

―Bianca, podrías haberte puesto bragas y un sostén. ―Sacó unos conjuntos extravagantes fuera de la bolsa y los puso en mi cama.

―Lo hice ―dije en el mismo tono condescendiente que ella uso―. Unos viejos de abuelita. ¿Pero luego pensé que lo que sea que trajeras requería bragas de bajo corte? O, Dios lo prohíba, ¿una tanga? Sólo tengo una, lo sabes.

―Sí, Bian, lo sé.

―¿Y que si necesito un sostén sin tirantes? ¿O uno sin espalda?

―Está bien, está bien, lo entiendo. Caray, Bi. Solo es un baile.

―Bueno, solo quiero verme... bien. ―Si Pau sabía que me estaba arreglando para impresionar a Gonzalo, nunca se callaría sobre eso. Eché un vistazo entre su ropa―. ¿Qué hay acerca de este? ―Alcé un vestido verde con un pequeño diseño floral y un suéter de crochet sobre él.

Ella sacó su lengua. ―Nah.

Tiré el vestido y tomé una blusa azul y una... ¿Qué era esto? ―¿Una minifalda? ―chille―. ¿Estás bromeando?

―¡Mira, tomé lo que pude y corrí! ¡Relájate!

Ella tenía razón. Estaba totalmente fuera de control. ―Lo siento ―dije y me tiré sobre la ropa y enterré mi cara en mis brazos.

Paula tiró una manta sobre mí. ―¿Por qué no admites que te gusta?

No levanté mi cabeza, así que no podía leer mi cara. Sólo mascullé: ―¿Qué quieres decir?

Educación para el matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora