Enganché mi abrigo alrededor de mi cuello y traté de lucir tan linda como fuera posible caminando por el frígido estacionamiento hacia Gonzalo.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunté.
―Vi el autobús. Y pensé que tal vez te animarías por un poco de pizza. ―El sonido de su voz calentó el frío aire de la tarde de diciembre.
―Suena genial. ¿Dónde está Pau?
―Tuvo que ir a casa. Tenía una cosa que hacer.
―Oh. Ok. ―No estaba segura que clase de "cosa" Paula podría hacer que yo no supiera, pero no lo pensé mucho. Estaba muriendo de hambre y pizza sonaba fantástico. Saqué mi móvil y llamé a papá para decirle que no se apresurara en ir por mí, ya que él obviamente lo había olvidado.
Gonza abrió la puerta del auto para mí, y entré. Su auto olía como a... canela.
¿Y qué... duraznos? Pero no durazno real: del tipo falso dulce. ¿Y eso eran clavos de olor? Extraño. Tal vez a Johnny Mercer le gusta hornear. En su auto.
―Lo siento... huele un poco... afrutado ―dijo cuando entramos, como si leyera mis pensamientos. Tal vez había olfateado fuertemente sin darme cuenta.
―No es malo ―dije―. Es un poco provocativo.
―Mi mamá vende velas ―dijo. Señaló con un pulgar hacia atrás. Ocho o nueve cajas estaban apiladas en el asiento―. Es su auto.
―Eso es un montón de velas ―dije.
―Eso no es nada. Esas son sólo sus muestras. Deberías ver el cuarto de huéspedes. Está repleto. Todo el piso de arriba apesta como una tienda de tarjetas.
Silencio mientras abrochábamos nuestros cinturones y él encendía el motor. El estéreo se encendió, y su mano se disparó para bajar el volumen. Debía haber estado escuchando una estación de músicas viejas porque la canción "Come Sail Away" de los Styx estaba sonando. Sabía esto porque Styx es la banda favorita de los tiempos de papá. Pone sus vinilos todo el tiempo. Así que me sabía ‚Come Sail Away‛ bastante bien. Comienza como una balada sobre lanzar el manto de la responsabilidad todos los días por una vida de aventura y libertad, pero de alguna forma termina en un secuestro alienígena. Lo que sea.
Gonza mueve su cabeza y desliza un CD de Radiohead. Tamborilea sus dedos sobre el volante. Me pregunté si estaba nervioso porque estábamos solos. ¿Pero sabes la cosa extraña? Yo me siento un poco nerviosa. Lo cual fue extraño. Quiero decir, no es como si fuera una cita o algo así. Sólo estábamos tomando una vuelta en su auto.
―Podría ser peor que velas ―dije.
―Supongo. —Nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela. Una vez estuvimos fuera de sus terrenos, nuestro césped social, lejos de nuestro compartido y familiar ambiente, todo el humor cambió. Estábamos fuera. Fuera en el mundo. Juntos.
Después de unos minutos, dije: ―Por ejemplo, tú mamá podría estar vendiendo guano de murciélago como fertilizante. Ese sería peor que velas.
Gonzalo se mofó. ―Sí. ―Nos detuvimos en un semáforo. Él se quedó callado.
Oh mierda, había tratado de aligerar el ánimo un poco, pero podría también haber eructado fuertemente. Era una idiota. ¿Por qué siempre tenía que volver cada situación incómoda en una broma? ¿No podía simplemente dejarlo en paz?
Sólo para hacer la cosa más inquieta, ‚Creep‛ comenzó a sonar. Perfecto. Esa canción me resumía. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí, de todos modos? Usando un uniforme de porrista. Y maquillaje. Un coche con un chico. Sola. ¿Quién pensaba que era yo? No era nada más que una rara, y no pertenecía a aquí.
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Educación para el matrimonio
FanfictionCuando el Director anuncia que cada Senior debe participar en un obligatorio programa de Educación Matrimonial de un largo año, Bianca Di Pascuale cree que su vida no puede empeorar más. Entonces ella se casa con su "esposo" el súper atleta Matt, cu...