Capítulo 17

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Una semana después, todavía estaba adolorida más allá de lo creíble. No tenía idea de lo mucho de fuera de forma que estaba. Sabía que no hacía ejercicio aparte de montar bicicleta. Aun así, había esperado tener un poco más de resistencia que, digamos, mi abuela artrítica. Lo primero que hacía cada mañana cuando iba a la escuela era sacar mi botella de ibuprofeno de la parte de abajo de mi casillero y me tomaba unos. Sin embargo, tomaba un rato que hicieran efecto. El martes no fue hasta mi sesión de consejería con Maggie Klein que pude verdaderamente sentarme en una silla sin sentir como si alguien me hubiera golpeado en el trasero con un puñado de cuchillos.

―Bienvenido, Matt. Bienvenida, Bianca. Muy bien. ¿Cómo van las cosas? ―Maggie Klein cruzó sus piernas, inclinó su cabeza a la derecha, y juntó sus manos en su regazo. La pose clásica de consejera. Matt y yo nos encogimos de hombros. No me molesté en hacer contacto visual. Francamente, estaba distraída por las envolturas de dulces vacíos esparcidas cerca a la papelera. Y las pilas de papeles por todas partes, que parecían ser fotocopias de lo mismo.

―¿Esos encogimientos de hombros significan que todo bien? ¿O significan que las cosas van demasiado mal para siquiera hablar de ellas? ―Su cabeza se inclinó aún más. Por un segundo la imaginé cayendo y rodando por el suelo, recogiendo las envolturas de dulces en su camino.

Estaba bastante segura que Maggie Klein esperaba que dijéramos que las cosas apestaban, porque cuando Matt dijo: ―Todo está bien. ―Sus cejas se levantaron hacia el cielo.

―¿De verdad? ―preguntó. Di un solo encogimiento de hombros y asentí una vez.

―¡Bien! ―Maggie Klein juntó sus manos en frente de su cara y puso su cabeza derecha, por fin. Me dolía el cuello de sólo mirarla. Claramente estaba complacida por la idea de que de alguna manera había traído paz a dos partes en guerra. Por supuesto, ella no había tenido absolutamente nada que ver con esto―. Esa es una buena noticia. ―Esperó que nosotros dijéramos algo. Gracias, supongo. No lo hicimos.

Maggie Klein se tambaleó de su subidón inducido de consejería. ―Entonces. Primero, quiero felicitarlos por ganar el premio mensual en octubre. Aquí está su cupón para Steuben's. ―Lo extendió, pero ni Matt ni yo lo tomamos. Finalmente, él arrebató el cupón, diciendo: ―Puedo tomar esto. Sé que a Bianca no le gusta la salchicha.

Respondí al instante. ―Matt sin embargo... una vez que envuelve sus manos alrededor de una salchicha larga y gruesa, no puede meterla en su boca lo suficientemente rápido.

―Muy bien vamos a cambiar de tema ―dijo Maggie Klein. Mientras se empujaba más alto en su silla, accidentalmente se apoyó en su bufanda rosada y medio se estranguló. Agarró la bufanda, la desenrolló de su cuello con furia, y la tiró sobre su escritorio. Tomó una respiración de limpieza, adentro y afuera―. Muy bien. El segundo punto del asunto es hacerles saber que el dinero real recogido en los últimos dos meses asciende a $2.464. Recuerden que la pareja ganadora se dividiría la mitad de la cantidad, y la otra mitad va a caridad. Así que justo ahora, cada uno obtendría $616. Nada mal, ¿huh?

Matt y yo contestamos con encogimientos de hombros de nuevo. Pero no pude evitar pensar en todas las maneras en que podría gastar ese dinero. Pobre Matt, probablemente tendría que entregar todo el dinero a Micaela para cubrir su tinte de cabello y bronceado falso.

―Muy bien, entonces. Ya que no completamos todos los juegos de confianza la semana pasada...―La voz de Maggie Klein titubeó. Se aclaró la garganta―. Intentaremos completarlos hoy con un ejercicio de visualización. Sólo un pequeño truco para ayudar a una pareja a construir la confianza y ataduras subconscientes.

Matt dijo: ―Lo siento, Maggie, pero no me gusta el bondage (una práctica erótica que implica el uso de ataduras sobre el cuerpo de una persona, ya sea vestida o desnuda). Incluso el que es subconsciente.

Educación para el matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora