Para cuando Halloween se acercaba, Matt y yo ya habíamos ganado un total de cuarenta dólares, lo que nos daba un presupuesto de seis mil dólares para octubre, además de los veinte dólares que habíamos depositado en el presupuesto de septiembre. Seis mil veinte era mucho más que nuestros costos de septiembre, por lo que me ofrecí a llevar a Sam a pedir dulces y a cuidarla después de forma gratuita, sólo para obtener algo de tiempo con ella sin el Señor Mierda Floja allí. Paula dijo que quería venir, así que decidimos hacer una "noche de zombie-chicas fuera". ¿Lo captas? Bueno, eso fue malo. En realidad, decidimos ser princesas zombis. Pau y yo fuimos a comprar el loco maquillaje y tiaras, y brillo para la oscuridad, joyas y esa basura. Nos comprometimos demasiado, probablemente debido a que había pasado un tiempo desde que cualquiera de nosotros se había vestido para Halloween.
Cuando llegamos a la casa de los Picklers, los oímos en la calzada. Los gritos procedentes de la ventana del dormitorio principal estaban probablemente viajando a través de todo el vecindario. Ella gritó que él no tenía ningún respeto por ella. Él gritó que tenía una reacción exagerada para todo y nunca le daba un momento de paz. Pau y yo no estábamos seguras de qué hacer. Los gritos se
detuvieron en el instante en que sonó el timbre.
Medio minuto más tarde, la puerta se abrió.
―Oh, Bianca. ―La señora Pickler vaciló. Sus ojos se movían detrás de mí―. Vamos, entra, Sam está en la habitación familiar. ―La seguimos adentro―. ¿Sam? Bianca y Paula están aquí.
Sam estaba sentada acurrucada en un rincón del sofá, leyendo. Ni siquiera levantó la vista. Tenía ojeras bajo sus ojos y su cabello estaba desordenado, incluso más de lo habitual. Me di cuenta de que se había masticado el esmalte de uñas de los dedos. La Señora Pickler volvió a subir, por lo que Pau y yo nos sentamos al lado de Sam.
―¿Estás bien? ―le pregunté.
Sam se quedó callada y se encogió de hombros. Entonces murmuró: ―Supongo.
―¿Qué estás leyendo? ―le pregunté.
―La isla de los delfines azules.
―Oh, me encanta ese ―dije.
―¿De qué trata? ―preguntó Paula.
Sam inhaló con voz temblorosa. ―Una niña cuyos padres la dejan en una isla y vive allí sola y la pasa realmente bien. Sólo ella y su perro. ―Sam no levantó la mirada de su libro. Vi una mancha oscura aparecer en la página. Una lágrima.
Me acomodé cerca de ella y puse mi brazo alrededor de su hombro. ―Oye hermana-bruja, no te enojes. Todo irá bien. La gente pelea a veces.
―Se pelean todo el tiempo.
―Bueno, quizás a veces la gente se pelea todo el tiempo, pero no quiere decir que no se lleven bien. En el fondo.
―No ―murmuró.
―¿Cómo lo sabes?
Sam volvió los ojos hinchados hacia mi cara.
―Porque ellos dicen: "Te odio" y "te odio también". Los he oído. ―Lágrimas se derramaban por sus perfectas mejillas. No podía soportarlo. Envolví mis brazos alrededor de ella y la apreté.
Paula dijo: ―La gente dice todo tipo de cosas que no quiere decir. Sobre todo cuando están peleando.
Sam pareció suavizarse un poco. ―¿Ellos lo hacen?
―Absolutamente ―afirmó mi amiga.
Levanté la cara de Sam.
―Escucha, seca tus ojos. Si te ven llorar, no podrás salir y no vamos a ser capaces de tener nuestra noche increíble juntas. Ahora, vamos a hablar de otra cosa hasta que se hayan ido. ¿Trato?
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Educación para el matrimonio
FanfictionCuando el Director anuncia que cada Senior debe participar en un obligatorio programa de Educación Matrimonial de un largo año, Bianca Di Pascuale cree que su vida no puede empeorar más. Entonces ella se casa con su "esposo" el súper atleta Matt, cu...