Capítulo 11

326 16 1
                                    

El martes por la mañana estaba afuera de la oficina de Klein, esperando para entrar a nuestra sesión de consejería. No había señales de Matt todavía. Qué bien. Saqué Orgullo y Prejuicio para leer hasta que el Señor Mierda Floja llegara. Debía haber estado bastante metida en el libro, porque estuve cerca de golpear el techo cuando Gonzalo Gravano me tocó el hombro.

―¡Santa mierda, Gonzalo!

Él movió la cabeza y se sonrojó.

―Lo siento. No quería asustarte. Sólo quería saber si te estás sintiendo mejor.

Cerré mi libro.

―Sí, gracias. ¿Cómo estuvo el resto del baile?

―Aburrido. Oh, excepto cuando la Directora Miller comenzó a bailar provocativamente con el Señor Evans.

El Sr. Evans era el conserje. Chapado a la antigua. Él no permitía que le llamaran de otra forma más que conserje, ningún título marica como ingeniero sanitario o custodio. Corría el rumor de que había trabajado en la escuela desde el día en que se graduó hace treinta años. Era uno de eso tipos que parecía que había nacido con el cabello con corte militar, músculos, y un Malboro encendido colgando de la boca. Pero él haría cualquier cosa por un estudiante, especialmente si eso significaba poner a uno en la administración. Así que imaginarlo frotándose con la Directora Miller era, bueno... forzar la imaginación, por decir poco.

―¿El Sr. Evans? ―pregunté.

Gonza se rascó una de sus largas patillas.

―Bueno, sólo era un baile. Parte de un baile, en realidad. Ella como que lo agarró y comenzó a bailar y él fue adelante. Muy divertido.

―Tal vez debí haberme quedado.

―La próxima vez —dijo Gonzalo.

De pronto, la oficina de Maggie Klein se abrió.

―Oh, Bianca. Me pareció escuchar voces.

Me despedí de Gonza con la mano. Él me dio un cabeceo, se puso sus auriculares, y se fue.

Maggie Klein dijo: ―Vamos, entra. Matt ya está adentro. Él y yo hemos tenido una pequeña charla acerca de sus... interacciones la semana pasada.

¿Interacciones? Correcto. Intentar juegos de guerra. ¿Y qué estaba haciendo él aquí tan temprano? Persuadiendo a Maggie Klein, sin duda.

―Ahora, entiendo que ustedes dos hayan estado... digamos, ¿en desacuerdo? Creo que tenemos que hacer frente a la situación. ―Me miró esperando que yo respondiera―. ¿Bianca? ¿Te gustaría comenzar esta vez?

Argh. Rodé los ojos. Me encogí de hombros. Le di todas las pistas que le dijeran que no quería hablar, pero ella simplemente se me quedó viendo con una expresión absoluta de compasión y persistencia. Bien.

―Él comenzó ―dije.

―Yo no.

Miré boquiabierta a Matt.

―¿La boda simulada?

―Tú me lanzaste el pancho primero.

―Después de tu pequeño dibujo sobre el tablón de anuncios.

―Eso fue una broma.

Solté un bufido.

―Sí, bueno, no le encontré la gracia.

―¿Qué hay de lo que hiciste en el baile?

―Te lo merecías.

Maggie Klein dio dos palmadas.

Educación para el matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora