Capítulo 15

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Darle un poco de espacio a Pau no era tan difícil, no tanto como manejar en mi bicicleta a la escuela el día siguiente. Y sentarme sola en el salón de clases. Sólo me escondí en la parte trasera y leí O y P. Al final del día, la Directora Miller se acercó al PA para hacer los anuncios del viernes.

―Buenas tardes, estudiantes ―dijo―. Primero, quiero desearle al equipo de ajedrez suerte en su torneo. Esperando que hagan unos movimientos tamaño real. Segundo, me gustaría anunciar que los estudiantes casados de último año que juntaron más dinero real para el mes de octubre son Matt Ferrario y Bianca Di Pascuale. Ustedes dos han ganado dos kilos de salchichas de cortesía de la tienda de embutidos Steuben, localizada en la esquina de la calle principal y Dover. ―El PA chilló mientras apagaba el micrófono para que no pudiéramos escucharla maldiciendo. No es que pudiéramos; estábamos riendo demasiado fuerte.

Ella volvió y anunció que no tendríamos sesiones de consejería. (¡Yay!) En cambio, los de último año se tenían que reportar en el gimnasio en el primer periodo del lunes para los juegos de confianza de matrimonio. (¿Qué rayos?) Los rumores decían que los juegos de confianza habían sido idea de Maggie Klein. Parecía que varias parejas no tenían mucho vínculo. Así que querían hacer alguna basura ridícula de equipo para hacer que las parejas se llevaran bien. Sí, buena suerte con eso.

Me imaginé que Pau se habría enfriado un poco para ese entonces, así que tal vez podríamos hacer una gran broma sobre esto. Decidí que los juegos de confianza eran un regalo del cielo, porque todos los de último año estarían en un solo lugar, dándome la perfecta oportunidad de hacer mi última excelente broma a Señor Mierda Floja.

Pero llegó el lunes, y Pau no me recogió para la escuela otra vez. Debía estar todavía enojada. Así que fui en mi bici, lo que no era fácil con un nuevo altavoz de iPod/alarma en mi mochila. Me senté otra vez sola en el salón de clases.

Luego vino el primer periodo, y todos los de último año se dirigieron al gimnasio.

El Sr. Evans estaba secando con el trapeador alrededor del perímetro, y se quejó cuando caminamos sobre el área que ya había limpiado. Dejé caer mis cosas bajo la clavija del reloj y los altavoces del PA. Conecté los altavoces de mi iPod, y programé la alarma para que comenzara en cuarenta y cinco minutos. Lo cubrí con mi sudadera gris y miré alrededor por Pau. Ella ya estaba al otro lado del gimnasio. Debió caminar junto a mí pero nunca dijo una palabra.

Maggie Klein se lanzó y comenzó a ladrar como un perro Chihuahua. Lo daba todo y algo más; diría que mucho de ella.

―Muy bien, vamos a empezar con la caída de confianza ―gritó una vez que nuestras quejas disminuyeron―. Todo mundo haga un círculo con su compañero a su lado. En este ejercicio, un compañero caerá hacia atrás. El otro lo atrapará. La idea es confiar en que tu compañero no te dejará caer.

Ahora, Maggie Klein era suficientemente inteligente para darse cuenta que la mayoría de los chicos, como Gonzalo Gravano, era más chico que su falsa esposa. Aún así dio la instrucción de que sólo las chicas tenían que dejarse caer, y los chicos atrapar.

―Bueno, muévanse alrededor de la habitación, una pareja a la vez. ―gritó Maggie Klein.

Una por una, la chicas cayeron hacia atrás y sus parejas las atraparon sosteniéndolas bajo las axilas.

―¡Muy bien! ¡Bien hecho! ―dijo. Nos hizo aplaudir a cada pareja.

Justo antes de nuestro turno, le susurré a Matt: ―Más te vale que no trates de tocarme cuando caiga.

―Ha ―dijo―. ¿Tratar de tocar qué?

―Sólo no me dejes caer.

―No puedo prometerte nada.

Educación para el matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora