Byakuya Kuchiki
Las reuniones de la familia eran la mayor estupidez que se le pudo ocurrir a mi abuelo, porque según él, teníamos que tener este tipo de reuniones más o menos asiduas para tratar temas concernientes a la familia, pero a mí me daban igual, lo único que hacían era prohibirme más y más cosas, al final no iban a dejarme ni respirar. El tema de debate de hoy era sobre Renji y su puesto de Teniente, algo que para mí, no estaba en discusión, era mi Teniente y se quedaba donde estaba, no había hecho nada mal para que mi familia decidiese que no era el puesto adecuado para ellos y me estaban tocando las narices con ese asunto. Yo era el capitán y yo decidía quien estaba de Teniente en mi escuadrón, no ellos.
De todas formas en algo tenían razón y es que estos días estaba un poco raro y encima... me tenía preocupado con las heridas que llevaba, su cuerpo estaba destrozado y eso tenía claro que era por todo lo que le obligaban a hacer en ese maldito club al que yo intentaba evitar que fuera y mi abuelo... me había arruinado hoy mi plan, porque no iba a permitir que fuera y al final... me tocó dejarle ir. Sólo esperaba que no viniera tan herido como ayer y rezaba para que fuera así, porque si volvía a venir de esa forma tan lamentable, no iría precisamente al club a tener unas palabras, iría a destrozar al encargado de ese asqueroso lugar por hacerle algo así a mi Teniente, a mi chico.
Tanto me llenaron la cabeza con sus tonterías, que acabé levantándome y marchándome de la habitación. Se quejaron por mi falta de respeto, pero me dio igual, estaba un poco cansado de ser el nieto perfecto, el capitán perfecto, el noble perfecto... sólo quería ser yo mismo por una vez, tomar mis decisiones, ser capaz de enamorarme como lo hice una vez con la hermana de Rukia, quería ser feliz ¿Tanto costaba entender eso? Para mi familia todo era el apellido y la reputación y sé que prometí no volver a desafiar a la familia y sus expectativas, pero era Renji y no había sentido algo tan fuerte desde lo de mi difunta mujer.
Tenía ganas sólo de trabajar ahora mismo, estaba amaneciendo y sé que Renji debería estar al caer por el escuadrón si es que no había llegado ya. Decidí ir a molestar a Ichigo un rato y hacer la cacería, aprovechaba para despejar mi mente y a la vez, para fastidiar a mi querido cuñado.
Cuando llegué a su casa, estaba durmiendo como un tronco abrazado a mi hermana y eso... no iba a consentirlo, más estando él sin la camiseta y con ese pelo todo revuelto, que ya imaginaba lo que habían estado haciendo cuando no les veía. Le desperté de mala forma pero sin hacer ruido para no despertar a mi hermana y se sorprendió mucho de verme, tanto... que al incorporarse cogió la sábana tapándose de cintura para abajo, por lo que intuí que estaba completamente desnudo.
- Joder ¿Qué haces aquí a estas horas?
- Trabajar – le dije – vístete y vamos.
- Tío... son las seis de la mañana
- ¿Y? ¿Tienes algún problema? Ponte un pantalón antes de que te corte otra parte por deshonrar a mi hermana – le dije serio y él tragó saliva algo temeroso de mis palabras.
- Sal de mi habitación para que me pueda cambiar – me comentó y decidí esperarle fuera.
En este momento no sabía si matarle o matarle más lentamente y con el máximo dolor posible, aunque luego pensándolo en frío, sé que estaba en su derecho, eran novios, pero aún así ahora mismo ya había visto más de lo que deseaba ver. También Renji podría decirme a mí de todo por ultrajarle como lo hacía y no me decía absolutamente nada, de hecho... casi todo el mundo creía que era un puritano desde que murió mi esposa. Nunca tuve hijos, no había tenido relaciones con nadie tras su muerte y era un poco arisco para hacer vida social, así que todos creían que yo era un amargado y aquí estaba, follándome a mi Teniente como me daba la gana y en secreto.
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Último beso (Bleach: Byakuya-Renji)
FanfictionRenji Abarai, fue vendido desde muy pequeño como doncel a un prostíbulo y no puede abandonar su trabajo hasta que no pague su deuda. Los más ricos de la sociedad de almas van al mundo real pagando por sus servicios hasta que llega a oídos de Byakuya...