Renji Abarai
Abrí los ojos con pesadez para encontrarme con aquellas baldosas blancas del techo, con aquellas luces cegadoras con las que me costaba terminar de abrir los ojos y tenía que parpadear un par de veces para acostumbrarme, me desperté con el ruido de las máquinas a las que me tenían enchufado. Esos pitidos me taladraban el cerebro, me molestaban mucho pero supongo que no podía hacer nada con ellos, mi cuerpo ni siquiera se movía bien para poder quitarme las cosas y aunque así pudiera, tampoco me lo habrían permitido.
Odiaba estar en la enfermería, era una de las peores cosas que podían hacerme, porque a mí me gustaba estar siempre al pie del cañón, pelear, estar con mi capitán, ir a la oficina, pero la enfermería me aburría mucho y sinceramente... estos últimos años desde la traición de Aizen, había estado demasiado tiempo encerrado aquí.
Sentía un peso sobre mi abdomen y aunque quería mirar de qué se trataba, mi cuerpo seguía sin responder, no podía ver nada, ni siquiera podía incorporarme. Escuché a mi lado a Unohana mientras me apuntaba con un punzón de luz y me hacía mirar hacia ella. Le hice caso y seguí esa luz con la vista hasta que me indicó que podía parar. Me comentó que parecía estar mejorando, pero que debería quedarme un tiempo más en observación y no fue hasta que se marchó, cuando empecé a poder moverme un poco, lo justo para ver a Byakuya dormido apoyando sus brazos y cabeza sobre mi abdomen.
Me sorprendió verle allí conmigo, supongo que no se había ido ni siquiera a su casa, al final acabó aquí conmigo y eso que según Unohana... habían tratado de echarlo hacía unas horas, pero no había forma, había estado mitad noche aquí conmigo y todos le tenían tanto miedo y respeto que no se atrevían a echarle, acababan callados y le dejaban hacer lo que quería, siempre se salía con la suya.
Sonreí por dentro al verle, porque con este trasto que me ayudaba a respirar en la nariz, no podía sonreír mucho. Acaricié su cabello con mi mano despertándole de aquel sueño y pude ver como a él también le costaba abrir los ojos, aunque enseguida se dio cuenta de que estaba despierto y se desperezó con rapidez preguntándome con aquella sensual voz llena de preocupación por mi estado.
No podía hablarle, aún tenía la mascarilla de oxígeno en la boca y me costaba respirar. Sentía el dolor en mi pecho, cada vez que respiraba era como si me estuvieran apuñalando el pulmón otra vez, tal y como sentí anoche cuando lo hacían los espadas. Lo único que pude hacer para tranquilizar a mi capitán fue asentir con la cabeza, aunque con aquello no se quedó muy conforme, pero no podía hacer otra cosa.
Se quedó todo el día conmigo pero no fue hasta casi el anochecer cuando decidieron quitarme la mascarilla aliviándome por fin, porque me dolía aún mucho el pulmón, pero al menos ya podía hablar y quería disculparme con Byakuya, lo había deseado desde que se enteró de todo el problema, no quería que estuviera enfadado conmigo. Sé que había metido la pata, que no debí robarle su misión, que era un maldito testarudo, cabezón y orgulloso capitán, no debí haberle hecho esto pero lo hice y ahora sólo me quedaba suplicar su perdón y rezar para que me lo concediese.
Esa iba a ser mi primera palabra, disculparme con él por haber traicionado su confianza cuando sin previo aviso, Byakuya no me permitió hablar, me calló con su beso tranquilo y calmado, podía notar en ese beso lo que había sufrido, todo el rato que le había tenido en vilo pendiente de mí, pensando que podía morirme en esta camilla y eso también lo sentía, porque yo fui quien entró en este problema, si se lo hubiera dicho antes quizá no estaría en esta situación, pero aún así, me alegraba volver a sentir los labios de mi capitán, porque pensaba que no sería capaz de perdonarme con aquel orgullo que tenía, pero ahora veía, que era mucho más comprensible de lo que intentaba aparentar por su familia.
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Último beso (Bleach: Byakuya-Renji)
FanfictionRenji Abarai, fue vendido desde muy pequeño como doncel a un prostíbulo y no puede abandonar su trabajo hasta que no pague su deuda. Los más ricos de la sociedad de almas van al mundo real pagando por sus servicios hasta que llega a oídos de Byakuya...