Capítulo 6.

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Había demasiadas coincidencias. Alfred era el nombre de mi verdadero padre, mi hermano se llamaba Nick, y por desgracia había desaparecido igual que decía aquel mensaje. Lo que más me llamó la atención fue que el tal Christian puso que Hugo debería cuidar de "esa niñita" si no querían que les cortaran el pescuezo. ¿Esa niñita se referiría a mí? Ahora todo tenía sentido. La noche que le conocí no apareció allí por casualidad. Seguro me había estado espiando en la fiesta y me siguió, porque nadie me vio salir corriendo, excepto él. Esto formaba parte de su plan. ¿Tendría algo que ver Hugo con la desaparición de mi hermano? El susodicho apareció por el umbral de la puerta con el vaso de agua que le había pedido. ¿Por eso quería quedarse conmigo esta mañana, para protegerme? O quizá, ¿me quería hacer daño? Decidí seguirle la corriente por el momento.

- Gracias. - Dije cuando me dio el vaso. Mientras lo tomaba, él cogió su móvil y supongo que leyó el mensaje. Puso los ojos en blanco. Sí, estaba claro que lo había leído.

- Em... Amand - Pero su teléfono sonó y le interrumpió. Buf, de la que me había librado. Al menos ahora tenía algo más de tiempo para pensar. - Sí, lo he entendido. Ajá. Sí, nos vemos allí. - Le dijo a quien quisiera que estaba al otro lado de la línea. Se levantó rápidamente y respiró hondo antes de hablar. - Verás Amanda, me han surgido imprevistos. Mi compañero de piso se ha metido en un buen lío. Estaba en el centro comercial de la calle St. James y digamos que... Se ha pegado con un tío y han roto varias cosas de la tienda en la que se encontraban. Así que tengo que ir para pagar la mitad de los destrozos. Lo siento, tengo que irme. - No podía dejarme aquí sola después de cómo estaba, ni mucho menos por lo que acababa de descubrir. Tenía que ir con él.

- Voy contigo. - Se me quedó un rato mirando sin saber bien qué decir. Parecía que las palabras querían salir de su boca pero algo se lo impedía.

- No hace falta, de verdad. Puedo ir yo solo. - Estaba nervioso. Se frotaba las manos como si tuviera frío pero eso era porque estaba perdiendo el control de la situación.

- No, enserio. No quiero quedarme todo el día sola en casa. Creo que debería despejarme y así, mientras recoges a tu amigo puedo ir un poco de compras. Es mi mejor manera para no pensar en nada. Por favor. - Le puse un puchero y finalmente aceptó. Bien, tenía que averiguar quién narices era este Hugo y cómo diablos conocía a mi padre. Primer paso, acercarte al enemigo sin que él se de cuenta. Como él sabía lo de mi hermano, le utilizaría para encontrarlo.

- Vale, subo a cambiarme de ropa, me arreglo un poco y ahora bajo. No quiero que nadie me vea con estas pintas. - Hugo río por lo bajo y asintió.

- Está bien, date prisa.

Subí corriendo las escaleras. Casi me tropiezo en el último escalón, pero ese sería mi menor problema. Llegué a mi habitación y abrí el armario. Me decidí por unos pantalones cortos azul cielo y una camiseta de tirantes en tonos azules más oscuros. Me puse mis converse favoritas blancas y fui al baño. Tenía una cara horrible. Los ojos rojos se hacían notar, pero nada que un poco de maquillaje no pudiera arreglar. No iba a dejar que nadie supiese por lo que estoy pasando. Me eché una sombra suave y un poco de rímel. Mis labios estaban secos y agrietados así que me puse brillo para arreglarlos. Me peiné por encima y volví a mi cuarto. Fui a coger el móvil. Mierda, lo tiré el mar. Aprovecharía esta ocasión para comprarme uno nuevo, por lo que cogí más dinero de la cuenta. Cuando estuve lista, bajé. Hugo me estaba esperando ya en la puerta. Joder, qué chico más impaciente. Esto me pasa por hacerme amiga tan rápido de la gente, pero no era mi problema, me salía solo.

- Vamos, a Christian no le gusta esperar. - Wow, un momento. ¿Había dicho Christian? ¿El mismo que le había mandado el mensaje hacía unos minutos? ¿Ese era su compañero de piso? ¿También estaba metido en el ajo? Frené en seco y abrí los ojos como platos. Hugo no tardó en darse cuenta y en seguida habló. - ¿Seguro que estás bien? ¿No prefieres quedarte en casa mejor y ya me ocupo yo de él? - No, estaba dispuesta a averiguar qué pasaba aquí y quiénes eran ellos dos.

- Más segura que nunca. - Y dicho esto salimos por la puerta para montarnos en el coche.

El camino se me estaba haciendo eterno, y más con este silencio incómodo que se había formado entre ambos.

- Bueno, cuéntame sobre ese tal Christian. ¿Siempre se está metiendo en líos y tienes que ir a salvarlo? - Una pequeña risa se escapó de mi boca.

- Verás, Christian no tuvo un buen pasado. Yo siempre he estado a su lado y soy el único que conoce su historia entera. Desde pequeño ha estado metiéndose en líos, digamos que tiene problemas de auto crontrol, y yo era el que le ayudaba. Siempre he estado para él, y él para mí también. - Vaya, me moría de ganas de saber su historia. Ese chico también tenía un pasado duro como el mío. No es que fuera una cotilla, pero tenía que averiguar con qué clase de personas me estaba juntando. Y qué mejor manera que acercarme a ellos.

- Ah... - Fue lo único que consiguió salir de mi boca. Un nudo se estaba formando en mi estómago a medida que nos acercábamos al centro comercial.

Cuando llegamos, Hugo aparcó el coche en el parking. Subimos por las escaleras mecánicas rumbo a la segunda planta. Vi una tienda de móviles a lo lejos y opté por ir primero a comprarme uno. Así mientras él se iba a "salvar" a Christian, yo estaría ocupada haciendo otras cosas. Ya me lo presentaría después y comenzaría la segunda fase, hacerse amiga del enemigo.

- Hugo, mientras tú te vas a buscar a tu amigo yo voy a ir a comprarme un móvil nuevo. Anoche no acabó muy bien el que tenía.

- Sí, ya me acuerdo. Lo tiraste al mar. Está bien, quedamos en la cafetería de ahí en frente. - Asentí y me alejé.

Un momento... ¿Cómo que lo tiré al mar? ¡Él aún no había llegado cuando hice eso! ¿Me llevaría espiando más tiempo de lo que pensaba? Creo que me estaba metiendo en la boca del lobo, pero si eso me serviría para encontrar a Nick, lo haría un millón de veces. Llegué a la tienda y una chica bajita me atendió con una amplia sonrisa.

- ¿Qué desea? - Dijo con un tono de voz angelical. Madre mía, qué chica más dulce, no sé qué hacía vendiendo móviles.

- Verá, quería comprarme un móvil bueno. De lo último que tenga. Si es posible que sea un Iphone. - La chica asintió y me sacó el Iphone 5 y el 6. - Mmm... Creo que me llevaré el 6.

- Muy bien, ahora mismo se lo pongo.

Saqué el dinero para pagar. La verdad es que mis ahorros trabajando de niñera me servirían para algo. Finalmente le entregué el dinero, cogí mi móvil nuevo y salí. Supuse que Hugo aún no habría llegado así que me dirigí a una tienda que había de fundas para móviles. No me gustaría que se cayera y se me rompiese el primer día. Doblé la esquina para llegar pero algo me lo impidió. Más bien, alguien.

- Joder, ten más cuidado la próxima vez. - Era un chico alto y con musculatura, mucha más que Hugo y Nick. Sus brazos estaban llenos de tatuajes, no le cabía uno más. Sus ojos azules resaltaban con su pelo negro como el azabache. Tenía un pendiente en una oreja que le daba un toque de chico malo junto con su ceño fruncido. Pero todo lo que tenía de guapo y atractivo, lo tenía de gilipollas.

- ¿Perdona? Has sido tú el que no miraba por dónde ibas. El que debería tener cuidado eres tú. - Una risa de superioridad se formó en su rostro y se acercó a mí. Me sacaba una cabeza y media.

- Mira, niñata, como te vuelvas a cruzar en mi camino te arrepentirás, ¿me has oído? - Tragué saliva como pude, ya que un nudo se había formado en mi garganta. La verdad es que ese tío daba miedo, pero prometí no volver a dejarme asustar por nadie.

- Mira, imbécil, me da igual que me amenaces, no te tengo miedo, ¿me has oído? - Su cara cambió de ira a, ¿confuso? Seguramente estaba perdiendo los nervios, pero no me importaba. Me agarró del brazo y me estampó contra la pared. Vale, ahora sí que me estaba asustando.

- Que sea la última vez que me llamas imbécil. - ¿Pero este tío de qué iba? Estaba por pegarle una bofetada, aunque pensándolo mejor, creo que saldría perdiendo yo. Le miré con mi peor cara posible pero pareció no importarle.

- Vaya, veo que ya os conocéis. - Dijo una voz que me resultaba conocida. Nos giramos los dos y ahí estaba Hugo con una sonrisa de oreja a oreja. - Amanda, éste es Christian, mi compañero de piso. Christian, ella es Amanda, la chica de la que te hablé.

Los dos nos miramos confusos. ¿Este gilipollas era del que tenía que hacerme amiga para encontrar a mi hermano? Mi vida no podía ir a peor.

Por fin te encontré~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora