Capítulo 17.

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Esto no podía estar pasando. Hacía cinco minutos estábamos divirtiéndonos en las atracciones y ahora mismo el miedo amenazaba con apoderarse de mi cuerpo. Christian se levantó la camiseta por la espalda y sacó un arma.

- ¿Q-qué haces con eso? - Las palabras se me amontonaban. ¿Cómo no me había dado cuenta de que llevaba un arma?

- Esto - Dijo señalando la pistola - es lo único que nos puede ayudar ahora. Da gracias a que la haya traído, aunque nunca se me suele olvidar. Vamos. - Me cogió de la mano y avanzamos por un pasillo paralelo al que daba a la puerta. - No te separes de mí. - Fue un susurro casi inaudible, pero que yo logré oír.

- ¿A dónde vamos? ¿Por qué no haces como en las películas y pegas un tiro a la cerradura para que se rompa y podamos salir? - Su cuerpo se tensó y se giró para mirarme.

- Esa puerta es anti balas, no creas que no lo había pensado. Hay que buscar otra salida, tiene que haber más. - Dijo volviendo a tirar de mí.

Al final del pasillo había algo. Una luz iluminaba una puerta. Tenía que dar a la calle.

- ¡Allí! - Grité.

Para mi mala suerte el tío de antes del hacha me escuchó y apareció por una esquina. Empezó a correr de nuevo en nuestra dirección y Christian levantó el brazo con el arma en mano.

Todo lo siguiente fue muy rápido. El tipo se encontraba tirado en el suelo con un balazo en la cabeza que no paraba de sangrar. Mis piernas no reaccionaban y no podía dejar de ver aquélla escena.

"Christian ha matado a un hombre" - Me decía mi subconsciente. - "Es un asesino, aléjate de él. No te conviene, sal de ahí."

Seguía quieta como una estatua y no me había dado cuenta de que Christian estaba peleando con otro hombre. Estaba encima de él en el suelo lanzando puñetazos y el tipo no oponía resistencia. Fue entonces cuando llegó el golpe final y dejó de respirar.

"Dos hombres en menos de un minuto, Amanda. ¡Corre! ¿Qué haces parada? ¿Cómo sabes que no te matará a ti también?"

Por fin di un paso hacia atrás. Christian se percató y comenzó a andar despacio hacia mí.

- No te acerques. - Mi voz sonó temblorosa e insegura. Normal, tenía un asesino delante de mis narices.

- Amanda, escúchame. Yo no soy el malo, ¿vale? Estoy aquí para protegerte, y eso es lo que acabo de hacer. Esos hombres querían hacerte daño y yo lo he impedido. - Siguió caminando pero fui más rápida que él y cogi su arma que estaba en el suelo.

- He dicho que no te acerques. - Dije apuntándole con ella. Mi mano temblaba del miedo. Nunca antes había cogido un arma y menos aún había apuntado a alguien.

- Suelta eso, te vas a hacer daño. - Una sonora carcajada salió de mi garganta.

- Aquí el único que se va a hacer daño eres tú, y no a ti mismo precisamente.

- ¿No crees que si quisiera matarte, ya lo habría hecho? ¡Joder Amanda, me mandó tu padre para protegerte! ¿De verdad crees que quiero hacerte daño? ¡Por el amor de dios, nunca te pondría un solo dedo encima y no dejaría que nadie lo hiciese! ¡Y menos aún cuando estoy empezando a sentir algo por ti! - Gritó. Sus palabras me dejaron atónita.

Por fin te encontré~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora