Capítulo 13.

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Mi enfado aumentaba por momentos. Ni loca le daría un masaje a ese imbécil. Prefería hasta cambiarle el puesto a la barbie y cocinar todos los días. De esa manera seguro que ganábamos todos. Buena comida y Christian con su dichoso masaje.

El día había comenzado bien, el baño en el lago había sido genial, pero siempre tenía que estropearlo todo el estúpido egoísta.

Yo seguía mirándolo con furia mientras que él iba riéndose hacia la casa. Sam me dio unas palmaditas en el hombro y empezó a subir y bajar las cejas.

- Me parece que alguien tiene que dar un masaje a don tatuajes. - La fulminé con la mirada. - Tranquila Mandi, verás que al final os lleváis bien.

- Yo no me llevo bien con egocéntricos estúpidos como él. ¿Es que no podía haber ganado simplemente Hugo y darle el masaje a él? No, todo me tiene que pasar a mí. - Bufé y entré a la casa.

Oía las risas de mis amigos pero pasé de ellos. Lo último que querían ver ahora era a una Amanda muy cabreada. Mi paso era rápido y seguro, cerré la puerta de un portazo dándole casi en toda la nariz a Dylan. Lo único que quería era cambiarme de ropa y salir al bosque a dar una vuelta sola.

Me encontraba en mi habitación sola. Le había pedido unos minutos a Sam para poder darme una ducha y estar relajada durante un rato. Cuando me vestí, bajé abajo para salir de esta casa y caminar sola.

- ¿A dónde crees que vas? - Apareció el imbécil delante mío. Casi me mata del susto.

- ¿Sabes? Podrías tener más cuidado cuando apareces de la nada y te plantas a medio metro de mí. No querrás que mi querido papaíto se entere de que me has matado de un susto, ¿verdad? - Eso último lo dije en un susurro para que nadie más lo escuchara. Su cara pasó de diversión a enfado. - Así que ahora apártate, imbécil, tengo cosas que hacer. - Sus ojos transmitían ira. Seguro que estaba acostumbrado a que todo el mundo hiciera lo que el dijese. Pues conmigo estaba muy equivocado.

Pasé casi empujándolo pero entonces me agarró del brazo y me dio media vuelta pegándome junto a él, de tal forma que tenía que levantar bastante la cabeza para poder mirarlo a los ojos.

- Ten cuidado con lo que dices y haces niñata, el que está aquí para protegerte es Hugo, no yo. - ¿Cómo que él no? ¿Entonces qué demonios hacía aquí? No entendía nada. - Yo solamente estoy aquí a petición de mi amigo, y un poco de tu padre, pero nada más. Así que más te vale cuidar esa boquita que tienes, no me gustaría hacerte nada malo. Como bien te dije, puedo llegar a ser tu peor pesadilla.

Tragué saliva e intenté soltarme. Intento fallido. Este tío me estaba asustando, pero era demasiado orgullosa como para reconocerlo, y mucho menos delante de él.

- No me das miedo. - Lo pronuncié muy lentamente. - Si piensas que puedes tener el control sobre mí como con todas las cosas, te equivocas.

- Hey, ¿de qué habláis? - Apareció la barbie por las escaleras. Esta vez me alegraba de su presencia. Pero sería la primera y última.

- Nada importante. - Le dediqué una falsa sonrisa y Christian me soltó de inmediato.

- Ah vale, era para deciros que ya he hecho la comida. - A saber qué habría preparado. Lo extraño es que venía un increíble olor de la cocina.

Me dirigí al salón donde estaban los demás y me senté entre Hugo y Sam. Para mi desgracia Christian se colocó en frente mío. La barbie llegó con unos guantes puestos (especiales para el horno) y dejó en la mesa una bandeja con lasaña. Vaya, la verdad es que tenía una muy buena pinta. Empezaba a preguntarme si de verdad la había hecho ella. Nos sirvió un trozo a cada uno y lo probé. Joder, estaba buenísima.

Por fin te encontré~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora