Capítulo 8.

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No podía moverme. No entendía lo que me pasaba. Tenerle tan cerca me hacía estar nerviosa, o tal vez era miedo. No, yo no tengo miedo de nada, y mucho menos puedo tenerlo de un estúpido como él. Sin pensarlo, eché un paso hacia atrás. Sus ojos esta vez transmitían seguridad, tranquilidad. Pero al ver que me alejé de él, pasaron a estar confusos.

- Bueno, creo que será mejor que me vaya. - Se giró sobre sus talones y se dispuso a irse pero le agarré del brazo y le volví hacia mí.

- Al menos deja que te cure las heridas, es lo mínimo que puedo hacer. - ¿Pero qué acababa de decir? ¿Me asustaba, y ahora le decía que le iba a curar? Despierta Amanda.

- No, de verdad, no hace falta. Tu descansa, ha sido un día muy largo. - Su voz era dulce. ¿Cómo podía pasar de ser un imbécil a ser tan amable? Tiene que ser bipolar, no encuentro otra solución.

- Christian, te lo digo enserio. Hugo se asustará al verte así y te acribillará a preguntas. Déjame curarte, por favor. - Le supliqué. Finalmente soltó un suspiro y asintió.

Me giré hacia la puerta, y una pequeña sonrisa se formó en mi rostro. Pero, ¿que me pasaba? - Es solo un estúpido imbécil que te ha ayudado con Logan, eso es todo. - Me decía mi subconsciente. Abrí la puerta y le invité a pasar. Se acomodó en el sofá y yo fui a por el botiquín. Otra noche más, tendría que curar a otra persona. A este paso, me graduaría en medicina antes de lo previsto.

Entré en el salón con el botiquín y me senté a su lado. Saqué lo mismo que la noche anterior con Nick. Gasas, vetadine y alcohol en vez de antiinflamatorio. Me acerqué un poco más a él y la mano empezó a temblarme. ¿Por qué coño estaba tan nerviosa? Christian pareció notarlo pero no le di importancia. Posó su vista en la televisión y no la movió de ahí. Comencé por la ceja, ya que todavía le sangraba. Le quité toda la sangre que tenía y cuando pasé una gasa con alcohol, hizo una mueca de dolor.

- L-lo s-siento. - ¿Pero por qué tartamudeaba? Desvió la vista y clavó sus ojos azules en mí. Joder, que guapo era. ¡Amanda reacciona!

- No tienes que disculparte por eso, pero acepto tus disculpas por las que no me has dado esta mañana. - Ya estaba de vuelta el idiota. Me daban ganas de apretarle más fuerte en las heridas, pero me contuve.

- Eres un imbécil. - Una sonrisa apareció en su cara de oreja a oreja, bueno, lo que le permitía el labio partido. ¿Por qué demonios sonreía? A este chico no hay quien le entienda.

La ceja estaba curada así que bajé al labio. Mi vista se posó en su boca. Tenía unos labios perfectos, a pesar de tener uno partido. Limpié la sangre que salía de él y le apreté.

- Auch... Eso ha dolido. - Dijo el muy idiota.

- Sólo les duele a los imbéciles, así que deja de quejarte. - Esta vez la que sonrió fui yo. Me sentía ganadora de la gran batalla entre los dos.

- Y sólo las niñatas curan a los imbéciles. - Mi sonrisa de victoria se desvaneció y le fulminé con la mirada. Él parecía divertirse con la situación.

- Ya estás listo, idiota. - Me levanté y guardé las cosas en el botiquín. Iba a ir a guardarlo cuando me di cuenta de una cosa. - ¿Por qué viniste tú a darme el bolso y no Hugo? - Christian se quedó pensativo como si la pregunta le hubiese pillado por sorpresa.

- Simplemente quería molestarte. - Dijo lo más tranquilo del mundo. Este tío es imbécil, de verdad.

- Ah, pues que bien que no te dio resultado. - Caminamos hasta la puerta y me despedí lo más amablemente posible. - Gracias por lo de Logan, buenas noches.

- Hasta mañana niñata. - Y cerré.

Este chico me sacaba de mis casillas. ¿Quién se había creído que era para tratarme así? Por suerte, yo no me cortaba ni un pelo y le contestaba con lo que se merecía. Subí las escaleras mientras sonreía como una tonta. ¿Pero qué me pasaba?

Por fin te encontré~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora