Capítulo 7.

258 35 6
                                    

Foto de Christian en multimedia.

***

Los dos seguíamos mirándonos como idiotas. Bueno, él en realidad lo era.

- ¿Hola? Estoy aquí. - Dijo Hugo captando nuestra atención y nos giramos a verle.

- Hola Hugo. - Logré contestar a pesar del nudo formado en mi garganta.

- No me digas que ésta es la niñita a la que su novio le puso los cuernos... Que pena me das. - Sus palabras atravesaron el muro que había logrado construir para proteger mi corazón de nuevas amenazas. Su mirada se fijó en mí con su sonrisa de arrogancia. Era un completo imbécil e inmaduro, pero no le iba a dar el gusto de hacerme daño.

- Sí, soy la niñita a la que su novio le puso los cuernos y después le plantó un tortazo en toda su cara. Así que si no quieres que se repita contigo será mejor que cierres tu boca, imbécil. - Me sentía orgullosa de las palabras que acababan de salir de mí. Él me imponía respeto, pero no dejaría que el miedo apareciese de nuevo. No otra vez.

- Mira niñata, ya te he dejado bien claro antes que como me vuelvas a llamar imbécil o cualquier otra cosa, te arrepentirás. Puedo llegar a ser tu peor pesadilla si me lo propongo. - En ese instante recordé a Nick. Cuando de pequeña me abrazaba y me decía que todo estaba bien... Y ahora nada. Mis ojos se inundaron de lágrimas, pero no iba a permitir que salieran.

- Bueno, ¿vale ya, no? Parecéis dos niños pequeños peleándose. Y tú Christian podías ser un poco más amable por una vez. 

- Lo siento, pero yo no soy amable con personas que no miran por donde van, se chocan con otras y no piden disculpas. - Este tío es imbécil.

- Lo mismo digo. - Contesté.

- Está bien, supongo que no habéis empezado con muy buen pie... Pero estoy seguro que algún día os llevaréis bien y seréis amigos. - Christian y yo le fulminamos con la mirada.

- Yo no pienso ser amigo de esta niñata. - Dijo el muy estúpido.

- Y yo no pienso ser amiga de un imbécil, egocéntrico y arrogante como tú. Antes de eso prefiero que me caiga un rayo encima.

- Sería divertido. - Ahg, no le aguantaba. Una sonrisa de victoria se formó en su cara pero no tardé en devolvérsela.

- Sí, pero, ¿sabes lo que pasa querido Christian? Que yo no pierdo el tiempo con imbéciles como tú y por eso tu opinión y todo lo que digas me importa una mierda. - Cerró los puños como si me fuera a golpear pero no lo hizo.

- Chicos, tranquilos. - Agregó Hugo. Casi había olvidado que estaba con nosotros. - ¿Qué os parece si vamos a comer algo? - Preguntó más serio. Acepté. Pero la única razón por la que lo hacía era para encontrar a Nick. Ellos sabían cosas y yo iba a averiguar el qué. Christian no parecía muy convencido pero finalmente asintió. - Así me gusta, más calmados. ¿Os parece si vamos a un restaurante italiano?

- Genial, amo la comida italiana. - Christian puso los ojos en blanco. ¿Y ahora qué le pasaba?

- Vaya, a Christian también. Es su restaurante favorito. - Lo que me faltaba ya, tener cosas en común con este idiota. Bufé molesta y nos fuimos al restaurante que se encontraba en la planta de arriba.

La verdad es que era precioso. Tenía una decoración que te dejaba perpleja. Las paredes pintadas en un tono dorado y con muchos cuadros en ellas eran perfectas. Pero lo mejor de todo, estaba en el centro. Una fuente de un tamaño considerado te hacía pensar que estabas en Roma, en la Fontana de Trevi. Mi sueño era ir allí. Desde pequeña me ha gustado viajar, pero nunca he salido de América. Me han contado que Europa es precioso, y donde más me gustaría ir es a Roma y París.

Por fin te encontré~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora