No había chispas electrificando su piel, ni mariposas revoloteando en su estomago. Cuando observó a detalle la sonrisa en los labios de Tom, los cuales estaban manchados tenuemente de su labial rosa, no pudo sentirse más feliz. Curiosamente, no estaba nerviosa, ni apenada, ni haciéndose preguntas tontas cómo: ¿Por qué me besó? ¿Le habrá gustado?
Antes de que pudiera articular palabra, aunque realmente hablar no encabezaba la lista de cosas por hacer en esos momentos; él volvió a tomar sus labios y por supuesto, ella no se negó.
De nuevo sintió ese voluptuoso y enigmático fuego. Era una sensación nueva y completamente adictiva. Nunca nadie le besó así y dudaba mucho que alguien pudiera compararse. Se abrazó de él con fuerza, encajándole las llaves del auto en la espalda del rubio, pero éste no dio ninguna señal de estar incómodo ni aminoro la marcha. Celine pasó suavemente sus dedos por la nuca del rubio, disfrutando del contacto del corto cabello.
De pronto un auto pasó a toda velocidad junto a ellos, haciéndolos apretarse un poco más. Quizás Tom tuvo miedo de que el auto los golpeara, pues la calle era algo reducida con los autos estacionados en ambos lados. Escuchó que maldecía en voz baja, pero eso no era lo importante, pues ahora estaba teniendo problemas para respirar pues estaba apretujada contra el pecho del rubio. De hecho no era tan malo, hasta podría acostumbrarse.
Justo cuando comenzaba a sentirse cómoda, el rubio se separó suavemente de ella.
—Debo irme. —La miró a los ojos un breve instante. Le dio un casto beso en los labios y se dio la vuelta.
Mmm... ¿qué? ¿A dónde iba? Y precisamente después de esos besos.
¿Acaso era una broma?
Toda la maravillosa oleada de felicidad, se disipó casi de inmediato. Frunció el ceño mientras que el rubio avanzaba por la calle como si nada y sintió que el estomago se le hacía nudos. Tom jamás se dio la vuelta para dedicarle una última mirada, dobló la esquina y desapareció, dejando a la castaña donde estaba; con pinta de estúpida.
Después de un par de minutos de pie en la solitaria calle, su subconsciente le gritó en voz alta que el rubio no iba a regresar, así que no tuvo más remedio y se metió en el auto y le puso seguro a la puerta.
—Es mi culpa —afirmó en voz alta—. No pasaba nada pero ahora pasa de todo.
Encendió el auto con cierta desazón en la boca y lo puso en marcha. Pasó por enseguida donde estaban los novios efusivos que había visto antes de entrar al bar, pero ni rastro de ellos, en su lugar estaba una camioneta.
Llegó a casa más confundida que nunca. Si esto le hubiese sucedido a Erin, ella no estaría haciéndose tanto lío. Era un simple beso. Bueno, técnicamente tres. Dos largos y uno corto, pero el punto es que no era para tanto, ¿o sí?
Encendió la computadora, que tardó por lo menos cinco minutos para dejarla accesar a su correo. Ya era hora de invertir en una buena computadora, el internet funcionaba a las mil maravillas con la portátil que tenía Greg.
Torció el gesto al recordar al moreno, pero después se le encogió el estomago al ver que en su bandeja de entrada, además de las suscripciones de blogs, estaba la respuesta de su pelirroja amiga.
RE: Nuevo trabajo.
Erin Schwartz (erin_s13@hotmail.com) 08/05/2012
Para: Celine Byrne.Te lo juro, que pensé que era una broma, pero después recordé que tu sentido del humor no va tanto por ese lado. Busqué en el directorio de la página web de la fundación, y efectivamente; ahí estás.
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Amor en manos enemigas.
RandomImagínate que odias a un chico de tus años de colegio. Después, imagínate que ambos toman caminos separados. Ahora imagínate que después de tu divorcio... te enamoras de él. -En edición-