Capitulo 23

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Cuando Celine pudo separarse de Tom, tenía lágrimas en los ojos y las mejillas sonrojadas. Tímidamente echó un vistazo a su alrededor, y se llevó una gran sorpresa cuando vio a sus padres de pie, justo en los asientos de atrás. Su mamá tenía lágrimas en los ojos pero aplaudía encantada, y aunque los ojos de su padre lucían brillantes, de estos no salían lágrimas.

Los que estaban más cerca, los felicitaban. Después de un par de minutos, en los que no pudo hacer otra cosa más que sonreír como tonta, los presentes, comenzaron a acomodarse en sus asientos. Pudo ver como uno de los chicos del cine, miraba en dirección a Tom, y éste le respondía, asintiendo la cabeza.

Tomó asiento, justo a tiempo, pues sus piernas temblaban, mientras escuchaba un par de comentarios como, "Nunca imaginé que pasaría algo así".  "Que tierno". Unos segundos después, volvieron a quedarse a oscuras, mientras que la pantalla se iluminaba para dar comienzo a la función.

—¿Quieres quedarte a verla? —Tom le susurro al oído.

La castaña no creía ser capaz de poder ver la película. Quería saltar, gritar, abrazar a sus padres, y besar al rubio sin parar.

—Honestamente no —respondió quedito—, ¿qué tal si dejamos que empiece y hacemos la retirada discretamente?

—No sé diga más.

Celine juntó su cabeza con la de Deena, mientras Tom, se torcía hacía atrás para decirle a los padres de la castaña. Unos cinco minutos después, mientras veían a Julianne Hough tomar por completo la pantalla, todos comenzaron a ponerse de pie y se encaminaron a la salida de emergencia.

Una vez todos afuera, Deena comenzó a felicitar a ambos entusiasmada.

—¡Tenemos que celebrar! —Propuso alegremente. Deena lucía como si fuera una de esas pistolas de confeti, listas para ser accionadas.

Erin sólo atinó a hacer sonidos guturales, pues seguía con la pequeña charola con nachos con queso en mano, y la boca llena de éstos.

—Me tomé la libertad de... reservar en el Calypso. Cocina y bar abiertos hasta la medianoche —intervino Dave, ganándose una mirada de extrañeza de los presentes—. Hice una a las siete y media, a la cual estamos a punto de llegar tarde, y otra a las nueve, que era más o menos a la hora que terminaba la función.

Erin soltó una carcajada, para después darle un corto beso.

—Muchas gracias, Dave. —Celine lo abrazó con fuerza por un momento.

—De nada. Además, ¿qué clase de padrino sería si no?

—¿Padrino de tu padrino de bodas? —Se aventuró a preguntar Deena.

—Y eso no es todo, si este bebé, es un varón —frotó levemente el redondeado estomago de Erin—, y después ellos tienen una niña —señaló a Tom y Celine—; me encantaría que se molestaran durante sus años de adolescencia, para que terminen casándose, y así las familias Sizamore y Lynch, estarían unidas, como ha sido el sueño de toda mi vida.

—Dave, por favor. —La pelirroja lo miró mientras la risa le cosquilleaba en la garganta.

—¡Hey! ¡Hey! Estoy bromeando, pero es obvio que yo seré el padrino, y Tom el mío.

—Hay que ponernos en marcha —propuso Jonathan, el padre de Celine—, con más calma podrán seguir dándole rienda suelta a sus legados

El comentario fue recibido por un par de risas, pero después todos se pusieron en marcha en sus respectivos autos.

Celine, nunca se había sentido tan nerviosa, como en esos preciso momentos. Mientras avanzaban por las calles hasta el restaurante, la luz  de los faroles, logró reflejarse en el anillo que ahora llevaba en sus manos, rogándole atención. Al observarlo detenidamente, soltó un suspiro.

Amor en manos enemigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora