Capitulo 18

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Erin estaba sentada en el consultorio del doctor Richards, con las manos entrelazadas.  No sé encontraba nerviosa, no de todo al menos.  Estaba un poco más calmada, serena consigo misma, como un tranquilo bote en medio del océano, pero desgraciadamente el malestar de las nauseas, seguía. Quizás debía dejar a un lado la analogía del océano.

—Muy bien, señorita Schwartz —entró el doctor sacándola de sus pensamientos—. Aquí tengo los resultados del examen de sangre.

El doctor abrió el sobre y se concentró en un solo punto de la hoja.

—Y puedo confirmar que, efectivamente,  usted está embarazada. Felicidades.

Erin compuso una media sonrisa por compromiso, en esos momentos sentía que devolvería el estomago.

—G-gracias —replicó con la voz rota—. ¿Cuánto tiempo tengo?

—Según los niveles de HCG en su sangre, cuatro semanas. Tendríamos una fecha estimada de parto para el cuatro de diciembre. 


Erin no supo exactamente que pasó después. Solo recordaba haber pagado la consulta y hacer malabares para entrar en el coche con su enorme bolso, un bote de vitaminas, y un par de papeles y folletos.  Su mente divagaba por toda clase de rincones; las preguntas, las posibilidades, para bien, y para mal (sobre todo para mal) que se veían representadas en este pequeño gran cambio. Pero entonces, sonrío;  y eso era lo único que importaba.

Tomó su celular para llamarle a su amiga.

—¿Celine? Hola, acabo de salir del ginecólogo.

—¿Te atendieron rápido?

—Sí, de hecho no me lo creo... estoy en el auto con una prueba de sangre positiva y un bote lleno de vitaminas prenatales.

Celine lanzó un suspiró.

—Hubiese querido acompañarte. —Se lamentó la castaña mientras miraba a una cantidad de archivos sobre su escritorio.

—Lo sé, pero tenías trabajo y yo necesitaba material de apoyo para darle a Dave cuando cenemos mañana.

—¿No querrás decir evidencia?

—Si bueno, este va a ser un caso digno de recordar si no sale bien.

—No seas pesimista, ya verás que todo saldrá bien.

—Seguro que dices lo mismo en la sala de partos. —Vaticinó la pelirroja, sacándole un par de risas a su amiga.

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Normalmente después de un buen día de trabajo, del tipo en el que ganaba algún caso, Tom bebía y fumaba un cigarro en el bar del club; pero esta vez no le apetecía pasarse por ahí. Para eso tenía un par de cervezas en la nevera y sin darse cuenta ya llevaba media cajetilla de cigarros.

Estaba seguro de que esa sensación de ira contenida, no era otra cosa más que el aviso de una nueva crisis existencial. Casi podía soltar una risa burlona de sí mismo. Eso quería. Quería reírse de sí mismo por tener la grandiosa idea de ser diferente, pero no debía; era fatal para el ego y su ego era peligroso.

Recordó como tiempo atrás, Dave le preguntó sobre su nueva personalidad, tratando de averiguar el "por qué" del cambio, pero nunca le contestó. Dave se lo tomó con gracia y comenzó a hacer comparaciones con aquellos que alguna vez se jactaron de ver "la luz", después de tanta maldad hecha a diestra y siniestra. Extrañamente, al rubio no le molestaba mucho esa actitud de su amigo.

Amor en manos enemigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora