Capitulo 24

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"La mente determina lo que es posible. El corazón la sobrepasa" (Pilar Colinta).

¿Era posible que de nuevo estuviera a punto de ser la futura novia?

No, no cabía en ninguna de sus fantasías... sueños o posibilidades; hasta que Tom le propuso matrimonio.

Aún sentía ese escalofrío recorrerla la espina dorsal, cada vez que bajaba la vista hasta su mano izquierda y se encontraba con el anillo. Tom, todavía no le contaba la historia, pero definitivamente, parecía tener un legado, uno de amor.

A pesar de no tener éxito con los posibles compradores de la casa, se divirtió de lo lindo con Tom, sacando un par de cosas para después guardarlas en un depósito; para después terminar comiendo pizza en un restaurante y jugando un partido rápido de futbolito de mesa.

En el departamento que ahora compartían, había cajas y montones de libros sin ordenar. Celine tenía una semana proponiéndose acomodar todo aquello, pero entre el trabajo y la venta de la casa, no parecía encontrar el tiempo suficiente.

Una tarde, mientras acompañaba a Erin, a hacer unas compras de última hora para la llegada del bebé; pasearon por algunas de las tiendas en busca de ropita. Inevitablemente, estaba una tienda de novias cerca, en la cual Erin, curioseaba de vez en cuando.

—Mira, ese vestido —Erin señalaba uno en particular, lleno de encaje y brillos—. ¿Has pensado cómo será tu vestido para la boda?

—Ni siquiera sé qué tipo de boda tendremos, ni he pensando en fechas, ni nada. ¿No te parece que tiene demasiado encaje? —Opinó Celine.

Erin ni siquiera parecía escucharla. Sus ojos recorrían el vestido y demás accesorios que se exhibían.

—¿Entramos? —Los ojos azules de su amiga, brillaban.

—¿Estás segura? Aún tenemos cosas por hacer. —La castaña contuvo un suspiro de cansancio.

—Oh vamos... sólo echaremos un vistazo.

Sin más remedio, entró a la tienda junto con su amiga. La encargada les dio la bienvenida brevemente, mientras lanzaba miradas fugaces hacia uno de los pedestales, en los que una chica se probaba un vestido lleno de tul.

—¿Sería muy cruel que te dijera que parece Glinda, la bruja buena? —Dijo Erin por lo bajo.

—¿Sabes que es casi idéntico al que yo usé? —La castaña la recriminó con la mirada.

—Sí, pero ella es un poco más baja que tú...

—Cierra el pico, Erin.         

La pelirroja rodó los ojos, y se concentró en unos vestidos que estaban dispuestos en varios maniquíes. Celine comenzó a pasear la mirada a su alrededor. Sin duda, había vestidos preciosos. Telas sedosas, y detalles brillantes, que parecían sacados de un lugar muy lejano.

—¿Qué te parece este? —Gritó Erin del otro lado de la tienda. Estaba de pie justo a un maniquí.

—Oh —soltó con sorpresa, apreciando la falda amplia y suave—. Te verás hermosa en él.

—No lo digo para mí, lo digo para ti.

—No lo creo, además no es ¿un poco apresurado?

—Ah, ¿por el simple detalle de que no tienes fecha? Bah... no es para tanto.

—No creo que...

—Pruébatelo. Anda, será divertido. —Insistió la pelirroja, tomando asiento detrás de un pedestal.

Amor en manos enemigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora